martes, 13 de diciembre de 2011


Tierna sintonía, yo soy la geometría pequeña que le reclama a las estrellas sueños. Me deslizo en la tierra como las gotas... Como las lágrimas en esas mejillas que no recibieron besos. Como un arco que se lamenta sobre un cello, o como los tenis viejos sobre el botadero.

No busques direcciones, ni códigos postales. Vivo en un sitio alejado; mis ojos escapan del cuadro y se enfocan en aquellos sueños de iliterados, inimaginables para un hombre culto... Con educación de seis de la mañana y cartones de fin de carrera.

Navego entre tardes y cafés, como el pescador en el mar. Me susurra el viento sobre el futuro y le temo a los suelos áridos. La ciudad se abre como si fuera una boca sin límite, intentando devorarme entre sus muchas luces y carros. Unas guitarras suenan en un lugar, ejecutivos disparados, funcionarios corriendo en mañanas frías y el cielo se burla... Se burla con los enamorados. Se burla cupido de los horarios y las fechas, de los obstáculos, de los cuerpos... De los confesionarios y las cartas que se esconden debajo de una almohada... Se burla de los que se negaron la felicidad.
Me reconstruyo como la palabra del tartamudo. Tomo aire y tomo tiempo... Soy una semilla más en la diáspora de la soledad. Las voces entre el sonido de la multitud, los que susurran... Los que se buscan. Invocados dos cuerpos se encuentran en medio de la infinidad. Un lugar destinado al nido de dos hasta ahora desconocidos. El sonido de la maizpira y el granizo.
Ovasionan los centímetros a los metros desconocidos. El agua cae y se evapora en esos tejados que cuentan historias de antaño. Los techos del centro, los de poesía irresoluta, desesperados por dar a luz una flor amarilla. Testigos involuntarios congelados en fotografías para ser observados... Simplemente observados, como si esa piel no hubiera nunca sido caliente.

Tócame sin miedo, abrázame en un sitio cálido como la tarde. Invócame de entre tus memorias y rasguña con actitud odiosa el pasado gris. Humedece mis labios con agua bendita y beatifica mis ojos con besos. Cimienta sobre la suavidad mi piel y deja que corra lo imposible con el presente de testigo. Deja que las palomas vuelen libres con taquicardia. Déjame creer, déjame caer en este pequeño segundo y retenerlo con fuerza... Con miedo. Ilumíname en silencio mientras la oscuridad prospera. Claudica el encierro de tu alma y báñame de tu presencia... Como las olas a las rocas, como el amor a la verdad.

2 comentarios:

Elena P.G. dijo...

¡Bellísimo!. Ha valido la pena esperarte ansiosa todos estos días.

Elena P.G. dijo...
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