domingo, 6 de julio de 2025

Camino a Casa

Camino a casa decidí buscar un espejismo,

en las piscinas olímpicas donde nadábamos

buscando el fondo de la vida

y dónde huíamos de la soledad del invierno.

Allí donde no pudimos abrazarnos,

lugar que nos hizo espectros separados

por el espacio y el tiempo.


Elegí un espejismo que prometiera un amor,

que cogiera de la mano y descendiera al fondo del agua.

Elegí otro, otro y otro

para que no hubiera dudas que bajo una lluvia

de flores amarillas,

se puede creer que las palabras que acarician el corazón

son auténticas toallas húmedas

y no puñales que susurran nombres de alguien más.


Elegí ver agua en una duna 

ante la dureza del desierto

y la entereza de los camellos

cuyas siluetas alargadas me preguntan

si no me apetece seguir caminando.


martes, 17 de junio de 2025

Barcelona

Paredes de Gaudí que cantan al océano de Drassanes,

las calles amplias: el sueño de Cerdá

donde el viento sopla y susurra flores amarillas

en banquillos que albergan historias 

de dolor y amores imposibles.


Al sur arropan las playas

los cuerpos desnudos de hombres homosexuales,

el romance aniquilado por el deseo

y los pequeños restaurantes

de risotto púrpura y cielos profundos.


En estas calles no estás tú pero sí tus pasos.

Cuadras que no permiten a los extranjeros

ver el corazón de la ciudad: Los jardines de las manzanas,

en los que en un susurro dice chico por primera vez

"t'estimo" y vuelve al apartamento desde dónde ve

a aquéllos extranjeros del sur hablando desde un balcón.


Que el tiempo y la experiencia,

no maten tu inocente deseo de vivir,

Barna, Barcelona.





domingo, 18 de mayo de 2025

Francisco

Yo tendría 9 ó 10 años y creo que cursaba cuarto o quinto de primaria en ese colegio católico en un barrio tradicional de la ciudad. Al curso llegó un chico de tez canela, alto, masculino pero de mirada dulce. Se llamaba Francisco. Venía de otra Colombia, de la que no se miraba el obligo bogotano.

No le presté mucha atención hasta que tras una entrega de notas, mi mamá me dijo que había hablado con el papá de otro estudiante que no lograba hacer amigos. Yo, a veces rebelde y cruel, no sé por qué me derretía frente a la vulnerabilidad humana. Decidí ser su amigo.

Hablábamos de su vida. Creo que era hijo de un hombre acaudalado. Una vez lo vi saliendo de la oficina del rector y me contó que su papá ibaa hacer una donación. También e contaba historias de viajes y de autos que a pesar de su temprana edad, su papá le permitía comenzar a manejar. Una vez, me contó que había chocado el auto campero militar contra la casa de su papá.

Una mañana llegó con el ojo morado. Me contó que su papá lo había golpeado. No entiendo por qué en los 90s se normalizaba tanto la violencia contra los hombres. En su momento me sorprendió y me pareció extraño al mismo tiempo. A pesar de la violencia que vivía en casa, siempre tenía su mirada bonita. Sin importar su fuerza física, nunca lo recuerdo con actitudes rudas o con deseos de desquitarse. Nunca me trató mal, nunca fue abusivo, nunca me hirió psicológicamente.

Me habría gustado ser más dulce con él. Me habría gustado no haber vivido en un machismo tan pendejo y no tener tanto miedo a revelar mi homosexualidad. Si pudiera devolver el tiempo, le daría un abrazo, lo invitaría a mis cumpleaños y lo valoraría más. Le diría que no importa que su papá sea un troglodita que él siempre sería valioso.

Al año siguiente, se retiró del colegio y nunca volví a saber de él. Hace unos meses se me vino a la mente y quise buscarlo en Facebook. Se me parece a tantas personas y con tantas décadas a cuestas dudo que lo encuentre o dudo que me recuerde.

Ojalá sea feliz.