lunes, 5 de agosto de 2019

Todos los rostros de Dios

Tiene boca encendida de labial en pleno barrio Santafé
y llora entre canas y aromáticas de romero, a un esposo que la abandonó a los 50.

Los ojos son de venado recién cazado.
En su pupila se dibuja una enfermera
cargando a un recién nacido en Chapinero.

La voz es polifónica: De vendedor ambulante, de telegrafista, de piloto de aeronaves nucleares.

La piel, qué lío, es amarilla,
teñida por las lluvias de Camboya.

Y el corazón, le late putamente fuerte.

Así se ve Dios.