Ansiedad, que no me dejas dormir. Ansiedad, que no me dejas estudiar. Ansiedad, que no me dejas vivir. Ansiedad, que me vas a matar.
Me pregunto, como se sentiria vivir sin ti?
Disculpen la falta de tildes. Teclado aleman.
martes, 28 de enero de 2020
sábado, 25 de enero de 2020
Alemania
Después de haber hablado mal de los alemanes, debido a las cosas que me ocurrieron, debo decir que en los momentos de dificultad, conocí a la gente más linda tanto en Alemania como en Colombia. Personas que inclusive me ofrecieron dinero prestado, sus sofás, sus habitaciones. Finalmente, creo que se acerca el fin de esta odisea y la época de exámenes. Espero me vaya bien. Quizás uno vive estas cosas para caer en cuenta de que la profundidad humana también implica bondad, generosidad, apertura, nobleza.
sábado, 18 de enero de 2020
Duerme
En un cuarto con una ventana, se filtraban los rayos hasta el pan. El olor a queso se liberaba cada vez que cortaba una tajada. Ponía una borona en el pico de el herrerillo y luego se vestía: La máscara, las botas, los implementos. Todo en armonía. Siempre algo negro, siempre algo de metal.
Los hombres de sotana estaban como de costumbre emitiendo juicios. Esta vez otra mujer. Siempre mujeres. A menudo hombres. Desesperada yacía s sobre una mesa y su yugular vibraba de angustia. La desnudaban los ayudantes. Emitían el juicio. A él le correspondía desmembrarla. Cuestión de segundos. Una cirugía a la justicia, en palabras de quién lo entrenó.
Un nuevo día: Taquicardia. Quizás el estrés. Quizás la exigencia. El herrerillo amaneció muerto ¿qué más puede salir mal? Sobre la mesa yacía la misma mujer que había desmembrado el día anterior. Ojos color azucena. El hombre levantó la mirada y dijo a su audiencia: Yo a ella ya la maté. El cardenal notablemente molesto, lo ignoró y con un movimiento de cabeza lo invitó a proceder.
Día tras día, el pan no se consumía, el pájaro volvía a morir, el queso se elongaba ante la eternidad. Todas las tardes debía matar a la misma mujer y ver sus pupilas oscilar. Lo único que variaba con el tiempo era su ansiedad que con el transcurrir de las noches, se volvía insomnio.
Cansado de su suplicio, cuando pusieron a la mujer desnuda sobre la mesa de tortura, tomó al cardenal y frente a la mirada anonadada del tribunal, lo desmembró frente a todos sus súbditos. La mujer lo miraba atónita con sus ojos del color azucena.
Lo condenaron. Tras un par de días en el calabozo, un verdugo casi adolescente, procedía a matarlo. Sus ojos tenían el brillo apagado, síntoma conocido por la víctima. Seguramente no había podido dormir. Quizás ese aprendiz había estado aniquilándolo, tarde tras tarde. Mirando sus ojos y sus entrañas. A manera de susurro, el ahora reo le dijo "mata al cardenal, mátalo a él y podrás dormir".
domingo, 12 de enero de 2020
Tellus Bavaria
Vine a Alemania justo después de leerme Siddharta de Hesse. Me genera cierta curiosidad entender por qué un pueblo cuya conducta puede mostrarse dura y avara, puede generar obras tan dulces como la de Hesse o Gasenhauer de Carl Off. Pienso que no es que sean de pocos sentimientos sino que entienden la "privacidad" de una manera alternativa a la de América del Sur. Quizás la guerra y los espías de la Unión Soviética hayan dejado una marca tan profunda, que la manera de reír, de sentir, de querer, sea guardada para el clóset más profundo del sótano de una casa.
La guerra está en las calles, en el aire, en las heridas. Está más allá de los lujosos BMW que no son más que una cortina de humo para lo que la historia les ha hecho. Más allá de los estereotipos de frialdad, están las montañas, llenas de pinos y de pueblitos de la fantasía, que en una riqueza silenciosa gritan al mundo "nosotros somos los Alpes"; es decir, pueblerinos y poderosos.
¿Y qué decir? Yo soy el judío del siglo XXI. Al que tratan con altivez por el hecho de no verme como un local. Con ese tonito de superioridad y de desprecio que sólo les cabe en la cabeza a ellos. Quiero creer que en Bavaria la noción de lo extranjero se forjó a partir de las invasiones de las fuerzas occidentales. Que quizás sea por eso que no les cabe en la cabeza que un mestizo en cuya sangre vibran tres continentes, se pasee por sus calles sin pedirles permiso, sin agachar la cabeza, sin deberles nada.
Y la homosexualidad, que yo pensaba era un tabú casi de muerte en Colombia, resulta simplemente un tema que no se toca. No genera repulsión, tampoco está prohibido, simplemente no lo mencionan. Su noción de privacidad, supongo. Algo tan sagrado y tan arrebatado continuamente por la intolerancia de espías, gobiernos autoritarios, militares dementes y tantos otros.
No hace mucho, Hitler se paseaba por estas calles, secuestrando el gobierno de una Bavaria que luego tornaría su rostro hacia la expresión más repudiable del racismo. Ahora se pasean ciudadanos aparentemente pacíficos, llenos de reparos sobre la diversidad de los demás, sobre lo que es ser alemán o sobre la forma en la que los humanos deben comportarse.
¿Qué son los alemanes sin sus reglas? ¿A qué quedan reducidos? A individuos, individuos sin máscara...
miércoles, 1 de enero de 2020
Alemania en Unas Palabras
Mis meses en Alemania han estado definidos por ser tratado como un ciudadano de segunda. No me sorprende pero no pensé que fuera tan extremo y tan despiadado. He llorado más de la cuenta y lo digo acá porque es un blog personal. Un blog también para mí. He extrañado a mi mamá como nunca. He extrañado tener un lugar al cual llamar hogar (este es mi tercer trasteo). He extrañado tener un ingreso económico (estoy con Colfuturo). He extrañado el clima: Poder caminar sin estar cubierto todo el tiempo. He extrañado tener el tiempo para sentarme y estudiar. He extrañado tener un espacio para recostarme y pensar. Extraño mi cuarto, las plantas a mi lado, el color del cielo. Extraño a mis amigos.
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