Gracias Alemania. A pesar de todo. Gracias.
Por no pedirme cartas de recomendación para admitirme a una universidad y por valorar más mis capacidades y experiencia. Por ser justa y concreta en lo que me exigías frente a los procesos de migración. Por darme un dormitorio, que pagan los propios residentes con su trabajo duro e impuestos. Por permitirme trabajar en una de tus compañías más grandes. Gracias, gracias, mil gracias.
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