lunes, 9 de septiembre de 2024

Walden, Henry David Thoreau (31/50)

Decidí leer este libro tarde. Digo tarde porque me lo recomendó el vicerrector de mi colegio en 2008. Han pasado 16 años y nunca lo consideré ni por equivocación. De Thoreau me gustó "El Deber de la Desobediencia Civil" se trata de que debemos seguir nuestra conciencia cuando la sociedad y sus normas, van en contra de ella. Por ese motivo, quise abrir esa puerta lúgubre que llevaba cerrada varios años.

El libro comienza con una larga introducción sobre los precios de vida en Concord, una pequeña ciudad en Nueva Inglaterra, Estados Unidos. Esos precios los compara con lo que sacrifican las personas para llegar a fin de mes: Horas de trabajo, tiempo de vida, cansancio físico y muchas veces horarios inhumanos. Poco a poco la introducción deja ver que detrás del sueño de "una vida industriosa que lleva al éxito" no hay más que una sucesión de tareas laboriosas que llevan a pequeñas remuneraciones a cambio de haber entregado la vida.

El autor del libro decidió por un período de cerca de 2 años irse a un bosque, más concretamente a un acantilado localizado en Walden. Por ese motivo fue que el vicerrector nos recomendó a mis compañeros y a mí recomendó ese libro. En esa época, solía decirnos que una de las pruebas más grandes de la vida humana es la soledad. Siquiera pasar unas semanas alejados del mundo colectivo puede para algunos representar un riesgo mental y físico como ningún otro. En ese momento, el entonces también profesor de español, nos decía que le propuso a alguien dejarlo todo y pasar dos semanas solo en Mavecure, en la Orinoquía colombiana. El explorador experto no resistió.

Walden recoge las reflexiones de Henry acerca de la vida. Insiste en la importancia de buscar lo esencial y no sacrificar el tiempo y la propia experiencia persiguiendo montañas de oro inalcanzables, cuando de por medio se sacrifica el precioso presente. Sus capítulos son una mezcla de transcendentalismo, descripciones de su vida cotidiana y una crítica a Nueva Inglaterra.

A menudo se refiere a los clásicos con respeto y critica a quienes hablando griego, no los logran entender a profundidad. Enfatiza mucho en que la vida no es lo que vemos, que siempre hay un espacio más profundo en lo que nos rodea: El estanque o las estrellas. Describe sus conversaciones con locales, con otros pescadores que le cuentan sobre sus vidas durante la guerra. Habla de las experiencias de los exesclavos que llegaron a Walden y en algunos casos, comenta sus tragedias.

Por el libro, se puede entender que Thoreau fue autosuficiente esos dos años. Pero eso no le arrebató la posibilidad de pensar en la falta de bibliotecas en Concord, en la necesidad de una mayor inversión en educación o en las fechas específicas en las que se congelaba su estanque.

Claramente no todo lo que se escribió en el libro me convenció. En un capítulo recomienda a los padres que hagan cazar a sus hijos para que amen a los animales. No me queda muy claro por qué el estoicismo es bueno salvo para proteger el propio disfrute de la vida. Y en el aspecto personal, extrañé mucho alguna referencia sensual o sexual. No es necesario mencionar siempre la pasión física pero habría sido interesante conocer su punto de vista frente a ese tema.

Es inevitable no desarrollarle cariño después de terminar el libro. Es como haberlo acompañado cuando limpiaba su casa en la mañana o haber recogido con él los peces del estanque. Es vivir la época poscolonial y sentir las tensiones que llegaron con el movimiento abolicionista.

Lo llaman el padre del anarquismo americano y no deja de parecerme curioso que llamemos anarquismo, a cosas que otras sociedades llaman humanidad.


"El Sol es sólo una estrella matutina"