Quizás hay un lugar del mundo en el que alguien ha vivido siempre una vida en paz, en un pueblo en el que nadie pasa necesidades y los pajaritos cantan cuando el sol se asoma. Es una persona con una casita, con un gran amor y con una felicidad que ilumina su vida suavemente, como en una tarde tibia. No sabe cómo, ni por qué ha merecido tanto pero lo acepta con alegría.
Sin embargo, a menudo se pregunta si habrá alguien al otro lado del mundo que habrá crecido en un país que ha luchado incansablemente por la paz; si quizás habrá crecido bajo la alteridad, siendo parte alguna minoría; si quizás no encuentra el amor; si quizás ha tenido que tolerar sociedades frías y amargadas; si tal vez tuvo que abandonar su territorio para poder imaginar un futuro más bonito.
Cierra los ojos, deja de pensar tonterías y regresa a casa, preguntándose, si ese alguien, sería tal vez parte de él.