Érase una vez un pingüino. El pingüino vivía muy solo en un iglú, los demás no lo querían porque era diferente, además de todo, no sabía hablar el idioma pingüino.
Constantemente sólo compartía el momento de comer con los demás, realmente ese polo sur para él era un desierto, de sentimientos sobre todo. Todo daba vueltas para él.
El pobrecito se refugiaba en su iglú; un día decidió abrirle un huequito para poder ver el cielo, y se prometió a sí mismo ver el cielo siempre cuando pudiera. Veía el cielo siempre.
Un pingüino perdido le pidió ayuda, pues eran sus últimos momentos de vida. Le pidió que le mostrara algo muy bello.
El pingüino lo recostó sobre su cama y lo abrazó... le susurró: "mira al cielo". El pingüino moribundo sin palabras en su pico nunca había visto un iglú igual. Había pensado haberlovisto todo, pero no se había percatado que la infinidad apsaba por ese hueco, de repente, ambos pingüinos lloraron de felicidad al ver una aurora boreal que son nada más que rayos cósmicos rosando la tierra. El pingüino murió muy feliz y le dijo: gracias por conocer el ser que verdaderamente fui, murió cn una sonrisa.
Los demás pingüinos se enteraron y lo acusaron de haberlo asesinado, después de todo los seres que actuan distinto siempre serán un peligro para la inconformidad. Lo condenaron a hundirse con un témpano, en un tempano...
Partió en ese témpano, él intentó explicarlo todo pero nadie le creyó, nadie creería que habría lues de colores ma´gicos justo aquí.
El pingüino solo y con muchas lágrimas que caían de sus ojos partió en ese témpano. Justo cuando no quedaba nada de hielo sore sus paticas, el cuerpo del pingüino muerto se convirtió en una aurora boreal y a través de las lágrimas del pingüino injustamente acusado reflejó la luz hacia todos los lados, era tan inevitable ver esa luz que inclusive quienes no miraban más que al piso tuvieron que reconocer que las auroras existieron.
La aurora envolvió al pingüino y lo convirtió en otro rayo de luz, pasaron por el cielo y por primera vez todos en esa sociedad de pingüinos miraron al cielo con desconcierto tal espectáculo, parecía una benia al cosmos sobre hielo y ambos fueron rayos de luz en el cosmos conscientes de que existe algo más allá, y ese más allá ahora son ellos.
lunes, 30 de marzo de 2009
jueves, 5 de marzo de 2009
Retorno a la inocencia...
Hace mucho temía por mí, me cubría con caparazones, me ponía uno tras otro y no sé si quizás este sea uno nuevo que me pongo...
No lo sé... y no tiene sentido saberlo, porque el coocimiento fue otro de mis refugios, refugio del frio del diario vivir, al espejo un desconocid que con tinta cina dibujaba paisajes sórdidos...
Creía que posándome al lado del fuego todo pasaría, que quizás el chocolate me cuidaría...
Quizás ignorarlo todo, volverme duro, volver excesivamente suave, quizás quizás quizás...
Corrí por senderos de luces oscuras estrellas tan propias que en la sinfonía de la vida escribían reltos de otro ser, lloraba, corría por calles ajenas. Calles al final tan mías como mi anatomía.
Teoricé la vida y el amor, me teoricé a mí... parecía que la mente me guardaría celosa de los demonios que ella misma había creado, para el miedo una cama lo suficientemnte grande era más que segura, para las noches frías echarme las cobijas encima y respirar hondo tan hondo que el suspiro se disolviera jnto con mis penamientos y al fin toda mi voluntad callera directo a las cervicales y de allí al suelo...
El amor de los demás, uno de los objetivos de mi caparazón, quizás daba seguridad y amparo, sin saberlo de nuevo construía paisajes idílicos, cada día más encerrados...
Pensé que estaría seguro de todas las cosas a las que tenía miedo... hice toda estrategia, tal, que será intocable, sería el reino de la seguridad...
Pero quizás todas las armaduras se oxidan y llega un mometo en el que debes dialogar con la oscuridad, sentar la depresión y rozar sus manos, acostarte a dormir abrazado con los monstruos que antes dormían debajo de la cama, con los demonios de la vida real, más que perdonarlos amarlos más allá de lo que puedan aspirar...
No es que haya sido un camaleón, es que en muchos casos hice un papel diferente en el teatro donde mi alma o quizás nadie era el espectador...
La autocompasión... es tan dulce al comienzo... es deliciosa para qué negarlo, es preciosa... creo ue lo que nos gusta de la autocompasión es que es un minuto para querernos para ser comprensivos, para decir listo me quiero, me entiendo, pobrecito yo después de todo...
Creo... que en vez de aprender a ser modestos aprendiéramos a ser dulces con nosotros mismos muchos de los rezos dominicales cambiarían... creo que a Dios no se le pediría como si fuera un viejo tirano... en fin... nadie tiene la culpa... la culpa no existe...
Me refugié en odios y culpas que se llevaba el viento, en películas, obsesione sy personakes de otas tierras que me venían a visitar, que a cambio pedían una lágrima... yo...
Inclusive me refugié en mis miedos, en memorias borrosas y opacas, del pasado del ser del futuro...
Hubieron muchas cuevas por las cuales transité, le reclamé a Dios... dije adiós, dije hola, dije por favor y dije listo, dije no me importa y muchas otras frases importantes...
Creí tener la santidad en mis manos, la pulcritud en mi interior... pero ese blanco se llenó de rojo y me llené de ira.
Intenté sentirme especial, sentirme un ser único, sin sospechar que era otro refugio, de un temor tan pasado que podría ser borrado con una bocanada de aire que llegue directo a la entraña correcta y borre ese recuerdo, aunque nada se borre, quizás no lo borra sino lo hace natural...
Intenté hacer muchas cosas, en fin...
Ahora no tengo miedo, no creo, aunque sí tengo miedo, pero este miedo es un aliciente que me empuja a retornar, retornar como una hoja otoñal...
Ya me cansé de correr, de esconderme, de ser camaleón...
Quiero bailar al pulso del corazón, con mirada perdida al cielo y la infinidad, volando en paisajes que nunca conocí...
Quiero bailar una noche de luna llena rodead de lobos... quiero bailar con mis demonios, con la depresión... quiero jugar a ver quien se asusta más...
Quiero jugar con el escepticismo y la esterilidad de corazón, sacarle la lengua, echarle agua de charco a ver si sigue tan quieta, tan estática, tan muerta...
Quiero ser una X que abre los brazos y recibe cualquier cosa sin miedo, ya no tengo miedo universo...
Ahora soy frágil y disfruto sentir esta piel tan mía, algo herida, pero mía, una piel que siente el frío de esta noche de blancos destellos...
Me siento tan frágil... me siento tan yo... eseyo tan leve, tan inexistente...
Soy como ese blanco lunar que no pretende más...
Me siento en fin libre...
Me abro sin miedo...
Vuelvo a mi estado incial
La pureza...
cualquier cosa que pase no importa después de todo
Soy sólo danza nocturna, tácita en el aire...
Y por alguna razón... soy feliz
No lo sé... y no tiene sentido saberlo, porque el coocimiento fue otro de mis refugios, refugio del frio del diario vivir, al espejo un desconocid que con tinta cina dibujaba paisajes sórdidos...
Creía que posándome al lado del fuego todo pasaría, que quizás el chocolate me cuidaría...
Quizás ignorarlo todo, volverme duro, volver excesivamente suave, quizás quizás quizás...
Corrí por senderos de luces oscuras estrellas tan propias que en la sinfonía de la vida escribían reltos de otro ser, lloraba, corría por calles ajenas. Calles al final tan mías como mi anatomía.
Teoricé la vida y el amor, me teoricé a mí... parecía que la mente me guardaría celosa de los demonios que ella misma había creado, para el miedo una cama lo suficientemnte grande era más que segura, para las noches frías echarme las cobijas encima y respirar hondo tan hondo que el suspiro se disolviera jnto con mis penamientos y al fin toda mi voluntad callera directo a las cervicales y de allí al suelo...
El amor de los demás, uno de los objetivos de mi caparazón, quizás daba seguridad y amparo, sin saberlo de nuevo construía paisajes idílicos, cada día más encerrados...
Pensé que estaría seguro de todas las cosas a las que tenía miedo... hice toda estrategia, tal, que será intocable, sería el reino de la seguridad...
Pero quizás todas las armaduras se oxidan y llega un mometo en el que debes dialogar con la oscuridad, sentar la depresión y rozar sus manos, acostarte a dormir abrazado con los monstruos que antes dormían debajo de la cama, con los demonios de la vida real, más que perdonarlos amarlos más allá de lo que puedan aspirar...
No es que haya sido un camaleón, es que en muchos casos hice un papel diferente en el teatro donde mi alma o quizás nadie era el espectador...
La autocompasión... es tan dulce al comienzo... es deliciosa para qué negarlo, es preciosa... creo ue lo que nos gusta de la autocompasión es que es un minuto para querernos para ser comprensivos, para decir listo me quiero, me entiendo, pobrecito yo después de todo...
Creo... que en vez de aprender a ser modestos aprendiéramos a ser dulces con nosotros mismos muchos de los rezos dominicales cambiarían... creo que a Dios no se le pediría como si fuera un viejo tirano... en fin... nadie tiene la culpa... la culpa no existe...
Me refugié en odios y culpas que se llevaba el viento, en películas, obsesione sy personakes de otas tierras que me venían a visitar, que a cambio pedían una lágrima... yo...
Inclusive me refugié en mis miedos, en memorias borrosas y opacas, del pasado del ser del futuro...
Hubieron muchas cuevas por las cuales transité, le reclamé a Dios... dije adiós, dije hola, dije por favor y dije listo, dije no me importa y muchas otras frases importantes...
Creí tener la santidad en mis manos, la pulcritud en mi interior... pero ese blanco se llenó de rojo y me llené de ira.
Intenté sentirme especial, sentirme un ser único, sin sospechar que era otro refugio, de un temor tan pasado que podría ser borrado con una bocanada de aire que llegue directo a la entraña correcta y borre ese recuerdo, aunque nada se borre, quizás no lo borra sino lo hace natural...
Intenté hacer muchas cosas, en fin...
Ahora no tengo miedo, no creo, aunque sí tengo miedo, pero este miedo es un aliciente que me empuja a retornar, retornar como una hoja otoñal...
Ya me cansé de correr, de esconderme, de ser camaleón...
Quiero bailar al pulso del corazón, con mirada perdida al cielo y la infinidad, volando en paisajes que nunca conocí...
Quiero bailar una noche de luna llena rodead de lobos... quiero bailar con mis demonios, con la depresión... quiero jugar a ver quien se asusta más...
Quiero jugar con el escepticismo y la esterilidad de corazón, sacarle la lengua, echarle agua de charco a ver si sigue tan quieta, tan estática, tan muerta...
Quiero ser una X que abre los brazos y recibe cualquier cosa sin miedo, ya no tengo miedo universo...
Ahora soy frágil y disfruto sentir esta piel tan mía, algo herida, pero mía, una piel que siente el frío de esta noche de blancos destellos...
Me siento tan frágil... me siento tan yo... eseyo tan leve, tan inexistente...
Soy como ese blanco lunar que no pretende más...
Me siento en fin libre...
Me abro sin miedo...
Vuelvo a mi estado incial
La pureza...
cualquier cosa que pase no importa después de todo
Soy sólo danza nocturna, tácita en el aire...
Y por alguna razón... soy feliz
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