miércoles, 25 de octubre de 2017

"...La Sabana es un cielo caído,
una alfombra tendida a sus pies
y del mundo variado que animas
eres brazo y cerebro a la vez..."

No teníamos que pensar en nada, nuestros brazos cargaban todo lo que hacía falta para vivir. En canastos de mimbre había frutas, verduras y carne. Las moscas nos rodeaban, tenían hambre. Y fueron las moscas las que nos despidieron.

El mundo podía ser explicado en puntos cardinales. La montaña del sur, la iglesia del norte, el mercado del oriente y la escuela del occidente. No había nada más. Sólo un parque que era el centro del universo. Y siempre el miedo, a todos los acechos, que a menudo ocurren en la oscuridad. 

miércoles, 18 de octubre de 2017

Casita de Tierra

Recorrió los parajes con canciones de casitas en el aire;
reconoció los buses aparatosos que llegaban y salían cansados de los morideros.
Y caminó en la noche hacia el campo,
a pesar de los perros y la angustia de su madre.
En la finca, vio a su abuelo
durmiendo triste en su casita de tierra.

domingo, 1 de octubre de 2017

Historias de Hombres Tristes

Caminaba desde un pub irlandés hacia la plaza de Lourdes, donde una iglesia se erige, en uno de los entornos más LGBT del país. Me encontré con un chico, que a todas luces se definiría a sí mismo como alternativo. Cuando estuvimos desnudos, vi su cuerpo tatuado, un lobo, un tigre y una corona. Le pregunté por el último, que estaba dibujado sobre su abdomen. No supo qué responder, lo dudó, de manera que le ayudé "dime lo primero que se te venga a la mente" le dije. Él me respondió, con cierta dificultad, que era un tatuaje para aumentar su autoestima.

Y no son pocos los hombres, que como fieras inquietas, se desenvuelven en el hostil mundo gay y que tras la armadura revelan un suave molusco herido. Después de besarme con un chico en una fiesta, intenté ser su amigo, estaba solo en el mundo. Su madre lo dejaba solo porque había perdido su empleo. Estudiaba en una universidad pública y no le habían aprobado una residencia universitaria. En una ocasión mientras éramos sinceros, me dijo que toda su vida se había sentido vacío y había caminado sin parar con esa sensación. La noche que nos conocimos, mientras nos abrazábamos, le dije al oído que lo bautizaría Escorpión de Primavera.

Hace años, mientras salía de un baño, un hombre me abordó. Pensé que era mejor si hablábamos. Al lado de la iglesia Porciúncula, me contó que antes de que muriera su madre, había soñado con sus flores favoritas. Me confesó que nadie sabía que había terminado con su novio porque temía enfrentar la reacción de los demás.

Hace unos días caminaba por las aceras de la discoteca gay más grande de la ciudad, vi cómo adolescentes vomitaban de todos los colores, rodeados de la mirada divertida de sus compañeritos. Esta vez, lo que me parecía llamativo y casi inalcanzable, comenzó a mostrarse turbio, una especie de fracaso lleno de luces y de música que no se puede bailar sin una herida en el alma.