domingo, 31 de marzo de 2019

Swing Time, Zadie Smith (25/50)


-->


“Swing Time” o si se quiere “Momento de Swing” hace parte de las novelas recientes de la escritora británica Zadie Smith. Tuve la oportunidad de comprar una edición en inglés en una librería con una banderita LGBTI ondeándose en la entrada, cuando estuve en Viena.

A grandes rasgos, la historia se puede resumir como la vida de una mujer birracial, que tras frustrar su sueño de ser una bailarina, debe enfrentarse a ser el apéndice de una cantante de pop (Aimee), despertar a la realidad de un país africano, perder a su madre y ver cómo su amiga de infancia (Tracey) cumple cabalmente con el destino que le impuso la sociedad, a pesar de sus talentos.

Contada en primera persona y en tiempo pasado, la narradora logra crear un paralelo entre ella y su amiga, que son iguales en cuanto a su contexto social y aparentemente, también frente a su identidad étnica. No obstante, las madres de los dos personajes marcan una diferencia tajante en las decisiones y en las opciones que se les presentan. La madre de la protagonista, es alguien que a pesar de venir de la dificultad, hace un esfuerzo importante para terminar una carrera y escalar socialmente. Esto no impide que tenga tabús y miramientos con lo que desea para su hija. Especialmente, cuando se trata de alejarla de su sueño de ser bailarina o una vez ella es adulta, en interferir en su relación con su jefe, bombardeando la labor social que desempeñan.

Tracey es el elemento paralelo, la “otra realidad” que podría haber tenido la narradora, de haber seguido sus deseos. Ella era seductora, precoz respecto a los chicos y a diferencia de quien cuenta la historia, tenía un talento innato para bailar. En el cénit de su profesión, la protagonista va a verla a escondidas, mientras vive una vida eclipsada por los deseos y las niñerías de una cantante. Finalmente, casi siguiendo un libreto otorgado a las zonas deprimidas de las ciudades, se embaraza y tiene problemas con los trabajadores sociales.

Uno de los elementos que puede ser peligroso para la calidad de la obra, son los tabús sociales, representados en la obra. Esto, debido a que pueden presentarse como rutas fáciles o clichés para enaltecer el nivel de la novela. En su lugar, creo que la escritora logra atmósferas naturales cuando describe al papá de la protagonista teniendo sexo con una muñeca inflable o cuando hace referencia a las mujeres británicas que compran con regalos a adolescentes africanos.

A pesar de que se esperaría que la raza o el género fueran elementos protagónicos, en mi opinión, el centro de la historia está relacionado con la esperanza y el destino. La esperanza como el motor que impulsa a los seres humanos a seguir creyendo en experiencias como el amor, a pesar de las heridas y el pasado. Esta claramente se manifiesta cuando la narradora le compra un pasaje de vuelo a Lamin, desde África hasta Londres. Y el destino, materializado en los múltiples niños que tiene Tracey con diferentes papás, a pesar de haber sido una bailarina talentosa y elegante.

La madre de la narradora es de los personajes que más cuesta clasificar o describir. Porque definitivamente marca los caminos que ella debe tomar, casi de manera asfixiante. Sin embargo, es inevitable percibirla indefensa y necesitada de protección. Inclusive, sentir el impulso que toma la narradora de protegerla del resentimiento y los abusos de Tracey.

Lo que más me gustó, además de la evolución de la personalidad de la madre, fue la escena del epílogo en el que Tracey está bailando con sus hijos en el balcón. Sin duda una imagen preciosa.

viernes, 22 de marzo de 2019

La Ciudad, La Tarde y Tú - Nazim Hikmet

Entre mis brazos están desnudas
la ciudad, la tarde y tú
su claridad ilumina mi rostro
y también el olor de sus cabellos
¿De quién son estos latidos
que baten bom bom y se confunden con nuestra respiración?
¿Tuyos? ¿De la ciudad? ¿De la tarde?
¿Dónde termina la tarde dónde comienza la ciudad,
dónde termina la ciudad, dónde comienzas tú,
dónde termino yo, dónde comienzo?     

miércoles, 6 de marzo de 2019

El Niño Sin Nombre

Estos días he extrañado las historias de amor de mi adolescencia. Entonces, yo tenía 12 años y no sé cuándo exactamente, me fijé en un jovencito delgado, mayor y de cabello rubio. Estudiábamos en el colegio. Yo no sabía qué era "un amor platónico" así que fue completamente nuevo para mí. Con los días no paraba de pensarlo, llegaba en las tardes a mi casa y cuando veía el techo de mi habitación, las cosas no mejoraban. El cuerpo era preso de sensaciones dulces en el abdomen y taquicardia. Pensé perversamente en conjurar algún hechizo para forzarlo a mirarme pero eso no sucedió. Me paraba en los balcones del cuarto piso a mirarlo jugar fútbol en el patio. Era pésimo jugador, recuerdo que no metía ningún gol pero aún así me parecía el hombre más hermoso sobre la faz de la tierra.

Duré con la ansiedad que sólo brinda la ilusión, durante varios meses. Y como mi mente tiende a ser obsesiva, buscaba saber de alguna manera su nombre. No lo supe o no lo recuerdo. Poco a poco, mi monólogo pasional se quedó sin energía y dejé de sentir lo que una vez me había cautivado. Alguna vez se hizo uno de esos típicos tumultos de colegio en el que varias personas se hacen en círculo. Él me miraba con afecto pero algo en mí decía que ya era tarde. Quizás ese conjuro de tirar vasos de agua desde la ventana, sirvió pero fuera de tiempo.

Ahora que lo pienso, el amor también requiere ayuda del tiempo y el espacio para que pueda ser. Y bueno, a mí siempre me han traicionado esos dos factores, si no que lo digan Paulo y Mauricio.

lunes, 4 de marzo de 2019

Pausas

Pausas para pensar,
para sentir la brisa
y mirar la ciudad.

Pausas que nos confunden
y nos enfrentan.
Que nos someten a vernos,
en medio de la velocidad artificial
de nuestras vidas.

Pausas inesperadas,
que sorprenden los planes inflexibles
y manan a través de grietas.
Que oprimen
y que liberan.

Pausas para perdernos un poco más,
en el dédalo que es la vida
y encontrarnos, curiosamente
en la soledad de estar sin norte.

Pausas para amar de otra forma,
para ser humildes,
para crecer.

domingo, 3 de marzo de 2019

Pensamientos, emociones.

Con un país al borde la guerra y un gobierno de derecha hipócrita, estoy pensando en marcharme. Quizás cruzar el océano. Con el devaluado peso, temo por mi estabilidad económica, a no encontrar un empleo o a sufrir más de lo que es justo. Es bien sabido que la fama los colombianos nos acompaña como un fantasma escandaloso a todas las embajadas y aeropuertos. Además, con la estupidez como moda contemporánea y gobiernos fascistas enarbolándose en Estados Unidos y Europa, me pregunto si es inteligente o estúpido, hacer un viaje homérico.

Sin embargo, también me pregunto qué tengo acá. Un trabajo en el que el jefe es un corrupto lleno de ira porque no me presto para sus juegos, una cultura que por más que quisiera no avanza de su atraso belicoso, una homofobia internalizada inclusive en miembros de la comunidad LGBTI, una economía que no repunta, unas condiciones laborales sin vacaciones, sin prima pero con un montón de obligaciones. Quiero pensar que me voy a vivir una vida mejor. 

Saltar hacia otro mundo implica abandonar las redes apoyo, las certezas, la posición privilegiada que tenemos en una determinada sociedad. Implica forzarnos a adaptarnos, a ser mejores y a establecer nuevos lazos. Me pregunto si soy tan fuerte, si soy capaz.



sábado, 2 de marzo de 2019

En Busca del Tiempo Perdido, Por la Parte de Swann - Marcel Proust (24/100)

"En Busca del Tiempo Perdido" es uno de los libros de una trilogía escrita por el francés Marcel Proust. Ocurre en un pueblo llamado Combray, en el que aparentemente a las familias les gusta cenar con invitados especiales. Precisamente, ese es el motivo por el que el narrador en sus tiernos años de infancia detesta las visitas del señor Swann pues es en ese momento cuando debe separarse de su mamá y dormir solo.

El libro inicialmente presenta a la familia del narrador, luego cuenta la historia de Swann y Odette, y cierra con el enamoramiento del narrador de Gilberte y su mamá, Odette. La familia del narrador se compone de su papá, un viejo algo amargado, su mamá, sus abuelos y su tía, una hipocondríaca que es la más acaudalada del clan. Posteriormente, se cuenta la historia de Swann y Odette, quienes se conocen, coquetean y luego se acuestan. El relato evoluciona, a través de interminables descripciones, alusiones, sinónimos y metáforas, a describir los celos enfermizos de Swann. Finalmente, se enfoca nuevamente en el amor que siente el narrador por la esposa de Swann y por su hija.

Al ser un libro con una excelente reputación pues el mismo Nabokov lo listó entre los mejores, está plagado de detalles y descripciones -a mi parecer- excesivas. Además de eso, percibo que la historia, calificada desde la varilla de la ficción, podría no ser tan interesante. Básicamente, un hombre se enamora de una mujer y descubre que ella tiene una vida un tanto más libre de lo que él imaginó. Para decir eso, el escritor empleó más de doscientas páginas e inmensos recursos literarios. Y más allá de la extensión, que podría ser un asunto trivial, no vi en la línea de la historia genialidad. 

A pesar de lo mencionado anteriormente, debo decir que hubo detalles que sí me gustaron. Por ejemplo, encuentro descriptivo, colorido y dulce  el hecho de que Swann al hacer el amor con Odette, iniciara el ritual arreglándole las catleyas que llevaba en el cabello. Me gusta que escenarios como el arco del triunfo o los campos elíseos, cobren un sentido cotidiano y no histórico o magnánime. Y sin duda, la construcción del personaje de Swann resulta verosímil y al mismo tiempo interesante pues me hizo recordar a algunos hombres que he conocido: Flemático, incapaz de dar abiertamente sus opiniones, cercano a las personas de pueblo y al mismo tiempo a la monarquía, algo tonto, amoroso y noble.

Además de lo descrito aquí, vale la pena mencionar que aunque la historia no es genial, su tesis sobre el recuerdo, como algo a menudo superior a la realidad, es poderosa, dulce y profundamente humana.