Paredes de Gaudí que cantan al océano de Drassanes,
las calles amplias: el sueño de Cerdá
donde el viento sopla y susurra flores amarillas
en banquillos que albergan historias
de dolor y amores imposibles.
Al sur arropan las playas
los cuerpos desnudos de hombres homosexuales,
el romance aniquilado por el deseo
y los pequeños restaurantes
de risotto púrpura y cielos profundos.
En estas calles no estás tú pero sí tus pasos.
Cuadras que no permiten a los extranjeros
ver el corazón de la ciudad: Los jardines de las manzanas,
en los que en un susurro dice chico por primera vez
"t'estimo" y vuelve al apartamento desde dónde ve
a aquéllos extranjeros del sur hablando desde un balcón.
Que el tiempo y la experiencia,
no maten tu inocente deseo de vivir,
Barna, Barcelona.
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