lunes, 25 de octubre de 2010

Veneno

Dar mil vueltas en el cuarto no era suficiente, las cuerdas de todos los violines se rompían en su mente y la desesperación por ser culpable y haber enviado a la cárcel a un pobre hombre de tercera edad no la dejaban vivir. Llegado el momento, quiso decir la verdad, su madre la abofeteó, lloró y luego le dejó muy claro que no confundiera sus fantasías terroristas con la realidad, debía abandonar esos pensamientos oscilantes. Catalina iba y venía por toda la ciudad luz, llena de relámpagos vítreos, el enorme gusano blanco la hacía recorrer por espacios insospechados del remordimiento. Iba del colegio a casa y de la casa al colegio pensando en mil torturas para sí misma.
Pasando frente a la cárcel de máxima seguridad decidió enfrentar su destino. Se bajo con los otros personajes con miradas llenas de odio que se bajaban en dicha estación, el cielo era el mismo pero la tierra se llenaba de una sangre negra la cuál hacía resbalar a cualquier incauto, la sangre de la desconfianza, del dolor y el olvido. A medida que caminaba descubría más y más quien era para el mundo, había atravesado una barrera entre lo conocido y lo marginal. Miró nuevamente al cielo, sintió deseos de volar, pero algo en ella decía que no era posible. Pensó en las muchas cosas que creemos y no son ciertas, las que dejamos de intentar por miedo a volver a fracasar y recordó todos sus intentos en la primera infancia por volar. Esta vez una corta madurez le había enseñado a no correr riesgos, motivo por el cuál no saltaría desde un altura considerable, sin embargo con todas sus fuerzas saltó y como sospechó nada sucedió, una vez más sin rendirse lo intentó, volvió a caer, ya cansada de saltar sintió una enorme masa volátil bajo sus pies y notó que se abría el horizonte. Bajo sus pies un globo de muchos colores, uno de los que manejaba el globo le dijo cómo bajar a la canastilla, una vez entre ellos se percató que eran los presos de máxima seguridad. Entre ellos estaba el anciano que le ofreció una paleta... Su alegría era incomparable, por fin podría respirar; los policías y la ciudadanía estaban alterados, unos por una fuga, los otros porque la prensa registraba un enorme globo aerostático saliendo de la cárcel más custodiada. El general al mando Felipe Sandoval ordenó la captura inmediata de los fugitivos. La gente llegó a un estado de paranoia cuando supo que dentro de los fugitivos se encontraba una niña, según las noticias secuestrada.
Los cañones de largo alcance eran la única solución, por otro lado el miedo que causaba lastimar adolescente en la recaptura era enorme. La gente en las calles desesperada y el viento soplando a los ex presos de ojos brillantes.

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