Ese gusano rojo, repleto de sardinas, avanza furioso en la ciudad. Una historia diferente se teje, mientras la araña del destino sigue sus invocaciones en secreto. Mujeres con grandes bolsas, embarazadas que pelean por un puesto, los estudiantes que miran al vacío, los conductores anónimos, los ejecutivos, los que quieren ser ejecutivos, las amas de casa, los pensionados... Cuántas historias en una cuadra. Se estrellan, se odian, dignos ejemplares del caminar (correr) bogotano: caminar, mirar al frente y el mundo no existe. Letreros que se inmolan ante la limpieza nocturna, declaraciones de amor y de odio... Todas las biografías a más de 50km/h. Viajando entre prostíbulos, lugares de comercio, hasta el parque de las monarquías ocultas... Hasta los barrios de vacaciones en Europa y Tailandia... Hasta las mansiones de arquitectos reconocidos... Hasta esos lugares llega. Inclusive, si se tiene suerte, llega al corazón humano. De un momento a otro frena, cual injusticia humana ese medio metro cuadrado por persona, como partículas elementales colisionan las personas ante un aumento de temperatura. Los olores: desde las legumbres hasta los perfumes de casas reconocidas. Un niño impregnado de la hierba del parque, con ese retazo a jazmín que queda impoluto. Las sombrillas se abren, mientras la típica lluvia enternece la textura de la ropa. Misioneros ocultos, trajes de monjes y va y venes de un enamorado. Todo se teje en esas miradas que no veo... En esas ciudades que no conozco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Cada día escribes mejor. Este relato y el que está más arriba, son bellísimos. Mis felicitaciones, Vicky.
Publicar un comentario