Llovía y este artista, con ínfulas de vidente pretendía notar algo en el espacio vacío que quedaba frente a él. Qué luminoso se veía el día, parecía que en cualquier instante este paraíso de chocolate y algodón de azucar, producto de un sol maravilloso, iba a derretirse con un nubarrón. Caían las primeras gotas mojando su rostro y sus manos, sus cabellos volaban con el viento mientras se plagaban de gotículas. A medida que buscaba rastros no encontraba más que desconciertos, lo que vio esa noche fue tan real que le extrañaba no ver algo nuevo.
Contar su vida no siempre su fuerte, a medida que crecía se volvía más extraño y tomaba más en serio las cosas "sublimes" de la vida... Otros las llamará insignificantes. En la facultad de arte, vivió un día más y a la hora de dormir, a pesar del miedo que circundaba su cuello y piernas... Logró dormir sin novedad. Había comprendido algo: "no entendía el lenguaje del universo".
A la mañana siguiente el reloj, en medio de esas luces verdes que reflejan los números, lo despertó, como siempre, saltó y apagó la alarma. Su perro Elodías ladraba mientras la mañana surgía con la fuerza que surge un lirio; en el baño pretendía escuchar voces, sin embargo nada sucedía... Parecía una burla, entonces volvió a la conclusión a la que llegan muchos: eran puras alusinaciones.
El hombre de cabello castaño-marrón se movía entre los autos, a toda velocidad las luces de una ciudad matutina cubrían su mirada. Atravesaba por ese horrible puente, digna escultura en honor a la desidia de la ciudad capital: era en concreto, tenía muchos cubos y decoraciones geométricas, estaba sucio por el smog, los habitantes de la calle dormína a lado y lado... Mientras el espantoso cielo gris era testigo de "las vidas" de los seres humanos y no humanos. Un ruido llamó su atención... Se trataba de un accidente; un motociclista volaba por los cielos mientras el auto que lo embistió perdía su curso. De repente, en medio de la metrópolis todo se nubló y vio el rostro de un ángel.
2 comentarios:
La vida y la otra cara de ella, y es allí que te das cuenta de cuanto vale, triste y bello........!
Mis saludos y me quito el sombrero.
Entonces, tal vez, fue cuando entendió realmente lo que quería decirle el universo...
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