viernes, 3 de febrero de 2012

Número 400

Una escultura rota, un torso que se elonga sobre esa acera fría que ya no cuenta historias. El rostro de ángel, blanco y de mármol, mira hacia el cielo... Reclama en lo profundo de sus ojos, un poco de piedad. Una varilla, antes columna, se mantiene erigida en lo alto del lugar. Medio cuerpo, sólo quedó eso de quien hubo escuchado lamnento y tristezas. Un pedazo de su cabeza voló hacia una de las esquinas... Los demás ángeles, en una tragedia ceremonial, con el rostro abajo simplmente observan. Llueve y esos poros que le formó el tiempo se llenan de cielo.

Acaba de descubrir que tiene que tomar una decisión.

1 comentario:

Elena P.G. dijo...

Darle vida a algo inanimado, ponerle sentimientos a una estatua de mármol...¡cuánta poesía en este texto!!!