En Europa habló de astros, los habitantes arrugaron sus narices, levantaron hogueras y quemaron su piel. Acabó su vida.
En África habló de la emancipación, el derecho a ser distintos: el respeto por el ser. Los habitantes arrugaron sus frentes, levantaron estacas y atravesaron sus músculos. Acabó su vida.
En Asia habló de la tierra más allá de los mapas. Los habitantes fruncieron el ceño, prepararon sus piedras y fracturaron sus huesos. Acabó su vida.
En Oceanía habló de paz. Los habitantes apretaron los labios, extendieron sus manos y desmembraron su ser. Acabó su vida.
En América habla del futuro, la posibilidad de un mundo sin miedo. Sus gestos son tímidos y su diplomacia excesiva. Ha aprendido a no morir en el intento.
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1 comentario:
Me ha ocurrido como en otras tantas veces que te leo, Vicky... Logras cortar mi aliento con la fuerza de los mensajes que transmites... ¡ME ENCANTA LEERTE! ¡Un fortísimo abrazo!
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