No sé por qué estos días he estado tan nostálgico. Quizás sea porque cumplí años hace poco. Qué decir. A mi mente vino el adolescente pálido que fui. Y casi como sacando cajas del desván, me vi a mí mismo pensando, sintiendo y odiando la soledad. Había olvidado por completo que había sido mi temática principal en este blog.
¿Quién era? Pues un jovencito que estudiaba de día y en las noches iba a aprender francés con gente mucho mayor. Un adolescente que le iba bien académicamente pero que no tenía amigos y que se amargaba la vida con preguntas existenciales. Me veo a mí mismo, sintonizando Ánimax, Cinemax, HBO y viendo películas sin parar. Caminando, día tras día a la biblioteca Virgilio Barco sin tocar un solo libro y con el único objetivo de ver el atardecer. Analizando los tonos violeta, naranja y verdosos que se mezclaban. Viendo las lucesitas de los aviones que aterrizaban en el oriente.
En ese entonces fantaseaba con que alguien me rescataría. Que habría alguien que me entendería, que podría llegar al cuarto sin paredes que somos todos cuando nos mostramos tal cual somos.
Y pensar que con los años me di cuenta que entre humanos hay abismos. Que a lo mejor, tender puentes entre almas es algo excepcional reservado para almas nobles. Quizás no sea el amor, o no los que he vivido. O los que he podido vivir.
¿Por qué este blog? Porque era una conversación que podía tener sin miedos. Porque podía ser introvertido, femenino, masculino, anciano, joven, erótico, melancólico. Y siento algo de paternalidad por la persona que fui, no sin antes preguntarme ¿qué es la soledad?
La soledad es cuando entre las islas no hay puentes.
4 comentarios:
Excelente post, Vicky.
A los 20 años me fascinaron unos versos de Emilio Prados, uno de los más desconocidos poetas de la generación del 27 acá en España, aquélla que integraron Aleixandre, Cernuda, Alberti o Lorca entre otros.
Esos versos decían: “Venga a mí la libertad, soledad que tanto temo”.
No sabía entonces que, en efecto, iba a pagar con mucha soledad la libertad que reclamaba y reclamo. La soledad es una conspicua cabrona que se te ceba en el alma, pero lo cierto es que a veces la elegimos.
Por dignidad.
Y otras veces, las más, son los que se llaman amigos nuestros, y no lo son, los que nos arrojan a sus brazos. Me llama la atención, y me duele, que en tu blog no comenten más, muchos más de los que lo hacen. No saben lo que pierden.
Pasa en todos los blogs. Incluso en los de gente famosa y principal.
Deben de ser esos abismos que señalas y que, en efecto, la comunión entre almas es una excepción. Quizás, como escribió Machado, quien habla solo espera hablar a Dios un día. O algo así.
Querido amigo allende los mares, cuenta con mis palabras y mi afecto.
Gracias CrisC, por tu sentido comentario. Quizás haber recibido miles de visitas en otra época habría sido satisfactorio. He conocido gente maravillosa aquí. Mi entrada sobre Leche y Miel de Rupi Kaur recibe miles mensuales y comentarios por montones pidiéndome el libro en español. Sin embargo, esas cifras me dejaron sólo un bostezo. Me parece más grata tu visita.
Pensaba en el adolescente que fui. En que hace años no me siento tan solo, ni tan triste como en esas épocas pero a pesar de eso, ese chico taciturno tenía más de mí que el adulto caleidoscópico. Es inevitable reconocer que el cine fue mi dulce compañía. Quizás por eso me formé en cine japonés con Sergio Barrera y en cine italiano con Alessandra Merlo. Porque es una visión editada de la realidad y le da sentido a la vida.
Te envío mi afecto, mis saludos y mis mejores deseos.
Has escrito (siempre lo haces) un hermoso post. Dolido tal vez, por pasado y por presente. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, que decía Neruda. O sí lo somos, un poco, lo esencial, el núcleo duro.
Pero nadie nos salva, creo que no. Como mucho nos ayuda. Y eso, efectivamente, es mucho.
Muy hermosa la última frase, de lo mejor que te he leído.
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