Hijo de brahman, Siddharta cuenta con una sensibilidad especial para los temas espirituales. Es por eso y debido a su inteligencia aguda que decide tomar las riendas de su vida y acompañar a los samanas, grupos de hombres que buscan la verdad y renuncian a muchos de los privilegios del mundo humano. En su camino, lo sigue Govinda, de la misma casta y admirador de las habilidades de su compañero.
Tras recorrer los caminos de la liberación. El joven Siddhartha comprende que al lado de los samanas no ha encontrado la verdad y se aventura a seguir a Govinda en su camino a conocer a Gotama, un ser que ya se ha liberado de la rueda de las reencarnaciones (samsara). Al estar en su presencia, confirma que se trata de un ser humano especial pero se rehúsa a seguirlo; le hace falta seguir su propio recorrido.
Una vez en la ciudad, con un taparrabos y el cabello sucio conoce a Kamala, con quien decide aprender el arte del amor. Pero para eso, debe tener dinero y estar bien calzado. Entonces, se entrega a ser comerciante, no sin antes demostrar su absoluto desapego de la realidad material. Poco a poco es hechizado por el mundo del poder, la sensualidad y las apuestas, al punto de perder su instintiva felicidad. Es entonces cuando se ve a sí mismo como un ser despreciable y decide volverse ayudante de un barquero.
Vasudeva es simple, ha vivido de oír el río e interpretar su melodía. Así, Siddhartha comprenden una sabiduría que proviene del mismo mundo al que los hombres muy espirituales creen negar. En su vida sencilla, vuelve a ver a Kamala y conoce al que ya era un hijo de 10 años. Intenta hacer que lo ame en medio de la humildad de su vida pero ignora que lo tiene atrapado en un mundo al cual él no pertenece.
Su hijo lo abandona y se cierra el ciclo cuando ve el rostro triste de su padre, permitiéndole partir con los samanas. Es el río quien le da respuestas, quien susurra el "om" y le hace descubrir que en la vida humana también se resguarda la eternidad.
Un libro precioso, adecuado para el momento de la vida en el que meditar me quedó pequeño y m descubrí más humano que nunca.
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