lunes, 14 de diciembre de 2020

Miedo

Los últimos días me he sentido feliz conmigo mismo,
como si no necesitara a nadie
y todo lo pudiera solo.

A veces tengo miedo a volverme una suerte de hermitaño social,
ese tipo de personas que no necesita abrazos,
que disfruta debajo de un árbol envuelto en sí mismo.

O quizás estaba acostumbrado a dudar demasiado de mí
y la vida, a su manera (siempre tan suya)
me ha demostrado que puede sonreír.

martes, 8 de diciembre de 2020

Clematis mutisiana


La muerte de su padre, fue como un golpe en la cabeza que lo dejó confundido. Alejado de su madre, ese viejo gruñón al que le gustaba molestar, ahora no estaba. Sólo quedaron un par de fotografías -Qué injustas son las pruebas- se decía a sí mismo-. Un muchachito en una guarnición militar, al lado de un cañón celebraraba con una sonrisa inmensa la vida.

Abandonó su trópico rococo, lleno de atardeceres enrojecidos, lluvias torrenciales y montañas azules. Regresó a la tierra de los trenes y viajó hacia el sur. Camino al pequeño pueblo austriaco, las carreteras se habían llenado de nieve y el conductor, en un idioma estridente, decía que tendrían que esperar quince minutos. Al frente había una cárcel. A diferencia de las de su tierra, no tenía miles de presos hacinados por crímenes que aún no tienen equivalencia en el diccionario. El conductor desesperado, les pidió a los pasajeros que se bajaran y tomaran el S8 en dirección al aeropuerto.

Miró las barras y recordó que su papá estuvo preso. Aparentemente, vio cómo un policía abusaba de una mujer y con una turba de hombres le reclamó. El oficial volteó su rostro lleno de ira y le dijo a la masa: "al que siga protestando me lo llevo a la prisión". Cuando su papá miró hacia atrás, no había nadie ya, todos habían escapado. Pasó la noche rodeado de ladrones, violadores y narcotraficantes.

La historia era falsa . Apenas se graduó de la universidad, su padre le regaló una cerveza y le dijo que iba por buen camino. Se volvió abogado y asistente de un despacho judicial. En uno de los caprichos de un político local, se propusieron encontrar viejos villanos con casos precluidos. Cientos de carpetas pasaron con violaciones, torturas y crímenes llenos de sevicia. La carpeta morada, no la olvidaría. El crimen era espeluznante según su nombre: Maltrato infantil. Pero la segunda página llegó con un tono escalofríante, en una foto gigante estaba él. Agudizó la mirada y pronto descubrió que era su papá. El expediente había sido medio borrado por el tiempo; además, tenía impresa la letra de uno de esos hombres que no nació para ser leído. Sólo distinguió una palabra "Clematis".

Llegó como ráfaga el S8, camino al aeropuerto. Él aceleró el paso y se sentó en una silla azul. Apoyó su espalda. Entre la silla y su cuerpo, específicamente en la piel, un tatuador a sus veinte hizo su Magnum opus: Una Clematis mutisiana sobre la piel tierna de un niño.


Imagen: Ciudad Viva