lunes, 6 de mayo de 2013

De Aleteos Sin Causa

Aletaba el colibrí, en un extraño estado entre estático y dinámico. Se sostenía con sus rápidos movimientos en el aire... Sin embargo ocupaba el mismo punto. La velocidad lo hacía un ser invisible, casi imperceptible a la comprensión humana. 

El hombre abría dos puertas. Entre penumbras las luces rodeaban siluetas. Las vistas orbitaban y las figuras cobraban texturas visuales inusitadas. Un dolor agudo rodeaba su cráneo. Cuando las cavernas se abrieron por completo, tuvo que cerrarlas con prisa. La fotofobia entierra a los humanos en sus párpados.

Un par de gafas negras y el día no se habría acabado. Encendió la máquina de hacer café... Descendió a la máquina de escribir y comprendió que la competencia contra el tiempo esta vez era algo con un nivel de dificultad superior a todo lo que había vivido.

Circundado de rostros de ángeles de marmol rosáceo, tecleaba sin cansancio. Escribió poesía, rima, prosa... Pasó de la primera página de su biografía, a un lamento... Descendió al testamento, yació sobre las penas de una crónica de infancia y sin sospecharlo, escuchó el ahullido de la parca. 

Los médicos forenses encontraron un escritorio atiborrado de libros norcoreanos una hoja en blanco con diminutas letras en lapiz: "la ventaja es cuestión de ingenio".

1 comentario:

Elena P.G. dijo...

Una ventaja difícil de lograr...