domingo, 27 de mayo de 2018

Lo que Está en Juego

"...Dicen que el mundo está vivo,
dicen que tiene un secreto..."

La Brújula Mágica

Colombia quizás esté saliendo de un conflicto que entre 1970 y 2010 dejó un saldo de 27 023 secuestros, 16 340 casos de asesinatos selectivos, 716 acciones bélicas, 5 138 ataques a bienes civiles, 95 atentados terroristas, 1 982 masacres, 25 007 desapariciones forzadas, 1 754 víctimas de violencia sexual, 4 744 046 víctimas de desplazamiento forzado, 10 189 víctimas de minas antipersona y 5 156 de reclutamiento ilícito (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2012).

Para llegar a la paz o al proceso de desarme el gobierno debió enfrentarse a un plebiscito en el que 6.424.385 ciudadanos dijeron no querer un acuerdo de paz (Melgarejo). Hecho traumático para quienes creíamos fervientemente en la posibilidad del diálogo. Entonces, el presidente tomó la decisión de acudir a la democracia representativa e implementar los acuerdos de la Habana mediante el congreso de la república. Sin embargo, el antecedente del caudal electoral en contra de la paz infló los pechos de las huestes derechistas y ha hecho que bombardeen cualquier intento de reconciliación.

Para nadie es un secreto que Venezuela no está bien, con un dictador al poder y sin qué comer, Colombia registraba 470 000   en nuestro territorio en octubre de 2017  (Migración Colombia, 2017). Mi país se ha convertido en lo que muchos otros han sido para él: Un salva-vidas.

A nivel geopolítico dos noticias: El ingreso de Colombia a la OCDE y su firme intención en los próximos días de participar de la OTAN.

A nivel interno tiene el inmenso reto del posconflicto, se define el país que se construirá tras la caída del petróleo, los inmigrantes están en manos de la sabiduría de mi sociedad, la posibilidad de desarrollar un país científico e innovador será exclusivamente responsabilidad de un poder ejecutivo con visión.

Además de todas las sombras que no son pocas, Colombia es un país megadiverso, tiene dos océanos, tres cordilleras, riqueza de pisos térmicos, desiertos, selvas, glaciares, bosques, manglares y ríos por doquier. Tiene 65 lenguas indígenas y 2 lenguas criollas (Ministerio de Cultura), carbón, metales preciosos, caliza y piedras preciosas. En ella habitan afrocolombianos, indígenas, raizales, rom, mestizos, inmigrantes y en general, gente que quiere vivir.

Dentro de unos minutos se cerrarán las urnas. Las encuestas favorecían a un candidato de derecha, Iván Duque, apoyado por Álvaro Uribe, quien es defendido hasta el cansancio por sus seguidores a pesar de tener investigaciones en curso por su participación en el conflicto del lado de las fuerzas fascistas (paramilitarismo). En segundo lugar estaba Gustavo Petro quien abandonó su pasado como militante del grupo izquierdista M 19 para entregarse a la vida civil, fue senador y alcalde de Bogotá. El tercer lugar se lo llevaba Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y exgobernador de Antioquia, exprofesor de matemáticas y autodenominado como la fuerza del centro.

Esta vez lo que está en juego es mucho. Por lo menos más que lo que señalan las campañas incendiarias: Más que darle indultos a las Farc, más que sólo perseguir a los corruptos. De por medio está una nación con dos océanos, con islas, con montañas, con malogrados, con inconexos, con casitas de revistas y periódicos, llena de mis amigos y de mis enemigos. Está de por medio la calle que recorro todos los días, los cerros del oriente, el golpear de las olas del Caribe, las poblaciones maltratadas de Tumaco, la selva tropical más grande del mundo, las carimañolas de la costa, el chocolate de Bogotá, las marquezas, las empanadas del Charco, los hospitales abandonados de San Andrés, el segundo punto más lluvioso del planeta en el Chocó, los pueblos palenqueros, las comunidades indígenas de la Sierra Nevada, los niños famélicos de la Guajira, los comerciantes de San Victorino, los venezolanos, el fuego de las fogatas que se rehúsan a apagarse en el Cabo de la Vela y  la educación de los que aún se atreven a nacer aquí.



jueves, 24 de mayo de 2018

El Malogrado, Bernhard (20/100)

El libro trata una historia muy sencilla: Dos adolescentes estudian en una academia musical en Salzburgo y conocen a Glenn Gould que resulta ser un genio. A tal punto que se vuelve el mejor pianista del mundo, se refugia lejos de la civilización, se autoperfecciona y fallece.

El éxito de Gould le pesa al narrador pero sobretodo a Wetheimer, quien parece cargar con la herida de nunca haber sido un virtuoso. En su lugar, se dedica a las "ciencias del espíritu". Somete a su hermana a leerle, la desacredita. Ella un día se casa y lo abandona. Invita a sus amigos de colegio a la casa, hace una gran celebración, intenta tocar piano, pero nadie quiere oírlo. Tiempo después va a un lugar contiguo a la casa de su hermana y se suicida.

Ni más, ni menos. Una persona que oscila entre la admiración, el autoflagelo y la envidia.

No obstante el autor considera acertado extender la descripción de manera imparable: Describir cómo un intelectual odia su intelecto, cómo todos odian a la gente de Salzburgo, hacer hincapié en la unicidad de los individuos, los extenuantes viajes a Austria, a Viena, a Zizers, que si el camino a tal parte fue mejor que hacia tal otra. 

Sentí que se intentó llenar de apabullante intelectualidad y detalles, una historia que pudo ser interesante. Lo lamento, no me gustó el libro.

martes, 22 de mayo de 2018

El Libro de la Almohada - Sei Shonagon (19/100)

En el siglo X una cortesana de la emperatriz dejó un libro a manera de memoria de lo que vivía. La obra describe hechos cotidianos interpretados por la autora, en eso consiste un diario personal . Lo que llama la atención es que es una mujer que entonces pertenecía a la alcurnia japonesa, sabía escribir y leer entonces describía un mundo desconocido para mí.

Lo primero que me llamó la atención fueron sus descripciones detalladas y a veces excesivas sobre los elementos que consideraba hermosos: Ciertos árboles, ciertos trajes y ciertos pájaros. Esta  forma de recrear, desde mi punto de vista, ha venido cayendo en desuso. En los libros que he venido leyendo, percibo mayor precisión, por encima de los detalles barrocos. Quizás sus ejes temáticos se centran alrededor de la belleza y por eso requieren desesperadamente de elementos memorables.

Los amantazgos juegan un papel preponderante. Como occidental espero que la mujeres del pasado siempre estén cohibidas y amargadas frente a su sexualidad. En este caso, Shonagon constantemente hace referencia a mujeres que esperan a hombres en sus habitaciones, inclusive algunos de ellos comprometidos. Juguetea con el elemento de la insistencia y el espionaje. Y en carne propia, no niega su afecto a más de uno de los miembros de la realeza.

Contrario a pensar que se trata de un ser desinhibido y libre, encuentro en sus páginas comentarios sobre su amor casi religioso a la emperatriz. Su obsesión por escribirle poemas, por decir que es la más hermosa de todas y halagarla en cuanto puede. Resulta tedioso con el pasar de las páginas y descubrir lo genial que es el vestido de tal, el carruaje de pascual y el castillo de yo no sé quién.

A pesar del comportamiento propiamente cortesano, encuentro fascinante las alusiones que hace a la libertad. Menciona con elocuencia, el castillo del emperador como un lugar libre de restricciones porque una persona podría pasar la noche sin tener que pensar en cuándo y cómo regresar.

Uno de los elementos que más me llamó la atención es la crueldad que muestran hacia los desposeídos. No duda en burlarse de las monjas budistas que sumidas en la miseria procuran pedirle favores a la emperatriz. Y percibo que se burla de su ausencia de elegancia u opulencia. Al contrario, halaga la belleza y el poder de los que le rodean. Quizás sea la doctrina cristiana la que hace que yo tenga tabús acerca de la burla ingenua hacia las personas con mayores dificultades económicas.

Se queja en un capítulo de los rótulos impuestos a las mujeres de la corte. Y a menudo como lector, los considero acertados. El nivel de frivolidad que maneja en sus relatos, no se ve realzado por los elementos estéticos que procura incluir.

Lo consideré un libro tedioso pero no dudo que Shonagon fue un personaje que sí merecería una novela.


miércoles, 2 de mayo de 2018

Bogotá Nuclear

Su depresión lo llevaba a temer a los autos, a su rugido incesante, al inclemente bramido de llantas y al obsesivo movimiento de los semáforos. Signataria del protocolo de Kioto, Colombia nunca había visto una lluvia nuclear. Pasó como una noticia desapercibida pero inolvidable para quienes la presenciaron. El Instituto de Asuntos Nucleares se desmoronó como si fuera un pastel de bodas. Un pequeño hongo se instaló entre las nubes y se iluminó como no lo han hecho nunca las miles de vírgenes de yeso. Semanas después, un par de activistas protestaban porque las aguas presentaban niveles de radiación atípicos. Entonces el alcalde organizó una ciclovía nocturna. Todos olvidaron lo sucedido.

A tres kilómetros de distancia del accidente, un hombre se levantaba con una pequeña fobia. Al escuchar los autos de madrugada, pensaba que se iba accidentar, lo alteraban los sonidos de motor y comenzaba a temer a la muerte. Los semáforos punzaban su delicada mente. Tablero en mano, comenzó a dibujar la ciudad: Los dos rascacielos, las casitas de Teusaquillo, la miseria de Ciudad Bolívar, el Club de los Lagartos, el humedal Córdoba, el cielo de abril y la noche prístina de agosto. Dibujaba fórmulas y una pequeña ojiva que caía desde el aire. Los planes de un ingeniero nuclear, en una ciudad "sin elementos radiactivos".

El plan, muy sencillo, sin ciudad no habrían más carros.

Simultáneamente en el Palacio del Liévano, sede del alcalde, le decía el secretario de ambiente al burgomaestre: "No importa si vuelve a suceder. Elegimos qué se olvida". Se rieron y siguieron tomando chocolate.