domingo, 8 de diciembre de 2019

¡Viva la Vida!

Con mayúscula y en contra de las normas de los escritores (y de algunos artistas), Frida Kahlo pintó una sandía enorme que en su interior contenía esa oración. Algunos humanos, no nacimos para ser normales y sí que cansa ir contra la corriente pero ese es el precio de saborear esta existencia que sólo comprendemos única cuando se va de las manos (o cuando somos felices). Tenía unos 13 años cuando en una clase debíamos elegir algún personaje histórico y a pesar de ser un colegio masculino, de machos de pura cepa, la elegí a ella, a Frida. Me fascinaba su androginia, la ternura de sus cuadros y la fuerza de su amor. Esto, a pesar de ser una heroinómana, entregada a una dependencia enfermiza de Diego Rivera.

Y hoy vine a escribir eso, en un país, que al igual que el mío, lleva clavado en sus historias la descripción más oscura de la muerte, la guerra, el racismo y la represión social. 

Y es que hay que decirlo ¡que viva la vida!, con todos sus problemas que son el impulso vibrante de los humanos que queremos saberlo todo, o por lo menos un poquito. Que viva, entre la sensualidad delirante de los orgasmos y consciente de las habitaciones repletas de impotentes sexuales. Que viva, aunque ser pobre a menudo sea una condena para unos y el usufructo de otros. Que viva, que ruja, que estalle. Que se mezcle en el respirar suave de las madres y sus crías, y en la tierna asfixia de quienes se despiden del planeta. Que no nos pase sin saborearla. Que se deje percibir, en cada área de la lengua. Que se excite silenciosamente en las habitaciones más aburridas y en los peores dramas. Que nos recuerde que a pesar de los gobiernos macondianos, hay ríos de colores, frutas cuyos aromas son delitos morbosos y caminos plagados de mestizos con los ojos del color del cielo.

No sé si haya algo mejor pero de alguna forma creo, que valió la pena, a pesar de ella misma.

martes, 19 de noviembre de 2019

¿Por qué protestar?

La gente no resiente únicamente lo que le pasó ayer. Las sociedades llegan a su nivel de saturación tras largos ciclos de opresión, desigualdad y abuso por parte de los poderes. En Colombia, se siente la vibración de una ola de derrocamiento que se ha tomado América Latina. Entonces vale preguntarse ¿por qué esta zona del mundo se ha alborotado con fulgor? Precisamente porque es una de las zonas del planeta con más recursos agrícolas, renovables y minerales, que a pesar de su explotación intensiva, nunca ha visto en su patio la prosperidad. Porque los políticos se pasean como anacrónicos virreyes, con un asco marcado hacia las clases populares y con el cinismo de emplearlas para sus fines personales. 

No hace mucho, la noticia del mes era que dentro de uno de los escándalos de corrupción más grandes del continente, el auditor que reportó todo el material, murió "misteriosamente" con una dosis de cianuro. Muertes coincidenciales... Suena colombiano. Curiosamente, ese mismo auditor, le había reportado al abogado del hombre más rico del país todas las artimañas vergonzosas que había descubierto. Y el abogado, no sólo no denunció nada sino que luego fue elegido fiscal general de la nación. Hoy en día pasea tranquilamente por las calles de Estados Unidos, como si el tiempo simplemente fuera un regalo a la indulgencia.

Además de casos "distantes" de corrupción, el desmantelamiento de la violencia, ha llevado a que las personas se comiencen a preguntar cosas que antes resultaban insignificantes. Por ejemplo ¿por qué sólo el 20 porciento de la población se pensiona? Si los magistrados, con participación de los impuestos, a menudo ganan cuotas de retiro superiores a los 10 000 dólares mensuales. Así, un continente acostumbrado al maltrato de las potencias (que a menudo intervienen en sus elecciones), por primera vez en muchos años, está teniendo un levantamiento burgués. 

Es el fin de la aristocracia y eso me aterra, porque será por la vía de las armas.

miércoles, 30 de octubre de 2019

Otros blogs sobre la muerte

Alguna vez llegué al blog de alguien que ya había fallecido (http://micanceryyo.blogspot.com/) y me quedó una sensación un tanto extraña. Una suerte de mezcla entre la nostalgia y la ternura. Hay una oración que me llamó la atención, parafraseando dice algo como "me dio cáncer porque no sabía vivir". Venir a Alemania no ha sido fácil, más cuando me resultan tan amargados sus ciudadanos. Sin embargo, hoy leí uno de esos posts y comprendí que a veces las dificultades de la vida nos enseñan a los humanos a soltar. A soltar certezas, a soltar orgullos, a dejar ir. Uno se pasa viviendo mal la vida por no querer abrazarla tal cual viene. Aquí estoy: Soy inmigrante, soy homosexual, me acerco a los 30, soy vegetariano, soy ansioso, soy hipersensible, soy utópico, soy bajo, soy mestizo, soy colombiano, soy bogotano, soy de género fluido. Aquí estoy esperando que llegue la ola de la vida y me sumerja.

miércoles, 25 de septiembre de 2019

En una respiración

Sin Aire

Era una de esas semanas auditando, en las que me levantaba a las cinco de la mañana y tras realizar mis tareas en el laboratorio, llegaba al hotel a seguir trabajando. Duraba hasta la madrugada redactando informes y resoluciones. Pensaba en mis compañeros de universidad, en cómo habían conquistado el mundo mientras yo debía, semana tras semana, enfrentarme a manipuladores, tramposos, infames y toda clase de posibilidades del bestiario colombiano. Una de las noches interminables de trabajo, mi jefe me escribió para decirme que no habría pago si no tramitaba rápido una resolución. Me pareció bajo e injusto, considerando el alto número de trámites que manejaba y la calidad de mis productos. En la mañana, sentí que me quedaba sin aire, más que por el tema del pago por la excesiva autoexigencia que me he impuesto toda la vida.

La Maloka

Previamente, había sido el aire el protagonista de otro de mis viajes. En mayo de 2018 sentí un llamado interior fuerte a consumir yagé. Una mezcla de plantas que para algunas tribus precolombinas, conecta con mundos sagrados. Hice una simple búsqueda en Facebook y encontré que esa misma semana había una toma con un cacique en una maloka ubicada en los Rosales, Bogotá D.C. Fui con el respeto que merece una droga que es capaz de matar a los incautos. No obstante, la fuerza de lo que me motivaba superaba mis temores. En un parquesito me encontré con los chicos que ayudaban a realizar el ritual. Hablamos de un par de cosas. Me decían que el yagé actuaba como lo estaba haciendo conmigo, es decir, hacía un llamado a su toma.

Llegué a una maloka atestada de personas de todas las edades. Nos separaron por sexos y en el suelo, al lado de un anciano, tomé "la medicina". Con los años he descubierto que mi organismo tiene una resistencia inusual a los narcóticos. A pesar de que no soy alguien inclinado a meterse alucinógenos para darle significado a la vida, lo he hecho un par de veces y por circunstancias específicas de la vida. Cabe resaltar que esas ocasiones en las que he consumido algo, he notado el poco efecto que tiene sobre mí. El yagé no fue la excepción: Tras consumirlo, veía como había gente gimiendo en el piso mientras yo no sentía absolutamente nada. Me dirigí hacia el segundo cacique, supuestamente traído del Putumayo y le pregunté por qué a mí no me hacía efecto. Me respondió que mi cuerpo tenía una resistencia a la medicina. Sin mucha esperanza esperé a la segunda toma y cuál sería mi sorpresa cuando toqué mis párpados fríos y vi una explosión de flamingos organizados en fractales.

Una de las primeras imágenes que vi consistía en un reptil el cual tenía unas dificultades importantes para respirar. Y en eso consistió mi viaje: En neonatos de flamingos y repitles pero también en la asfixia de múltiples seres que se condensaban en mí.

Bajo el Agua

En otra evaluación cerca a Santa Marta, Magdalena, me fui con el auditor líder a bucear en Taganga y a pesar del dolor de oídos que sentí los primeros minutos tras atravesar el agua, logré apreciar la magia de las especies debajo del mar. Iba con un grupo de estudiantes avanzados, por lo que tuve el privilegio de descender hasta catorce metros, una vez había aprendido a controlar mis oídos. A medida que me iban ocurriendo contingencias, aprendí a mantener la calma, a pensar y luego solucionarlos. Las cosas que pueden ocurrir son infinitas: Que se meta agua en la máscara, que uno no equilibre la presión de los oídos, que el cuerpo no logre fácilmente su descenso y ascenso, entre otras. En todas las ocasiones, lo peor es actuar desesperadamente pues un ascenso repentino puede significar la muerte. Nuevamente percibí el poder profundo de respirar. Las técnicas submarinas en gran medida parten de la necesidad de controlar la manera en la que se inhala y se exhala.

Inhala, Exhala

Tras mi ataque de ansiedad en Barrancabermeja, me llegó una notificación al celular: Me habían seleccionado para ir a un encuentro global de cambio climático en Viena, Austria. Por esos días, a raíz del evento, comencé a meditar siguiendo una antigua técnica que había leído en algún lugar: Contar las respiraciones desde uno hasta donde llegara, en un lapso de 15 minutos. Así avanzaron los meses y neutralicé una condición que estaba afectando mi tranquilidad y con el transcurrir del tiempo, inclusive llegué a decidir abandonar mi trabajo, mi cultura y mi país. Con los ires y venires de la información, supe del libro "The Illuminated Mind" de John Yates, alias Culadasa, que mezcla la ciencia, las técnicas del budismo y las experiencias propias de la introspección. Divide las etapas de avance en 10. A la fecha voy en la número seis. Quizás en un futuro post cuente mi experiencia con cada una de ellas... Eso, si es que hago un futuro post.







lunes, 5 de agosto de 2019

Todos los rostros de Dios

Tiene boca encendida de labial en pleno barrio Santafé
y llora entre canas y aromáticas de romero, a un esposo que la abandonó a los 50.

Los ojos son de venado recién cazado.
En su pupila se dibuja una enfermera
cargando a un recién nacido en Chapinero.

La voz es polifónica: De vendedor ambulante, de telegrafista, de piloto de aeronaves nucleares.

La piel, qué lío, es amarilla,
teñida por las lluvias de Camboya.

Y el corazón, le late putamente fuerte.

Así se ve Dios.

domingo, 28 de julio de 2019

Anatemizado

Colombia, mi familia y mi cultura siempre me han pesado. Dados los meandros de la vida, sin proponérmelo, decidí migrar en octubre a Munich a estudiar en la TUM. Todo se dio, fue fácil, sin tantos obstáculos como los que me pone la vida. Y contrario a lo que pensaba, que irme sería liberarme, sin partir aún, he comenzado a extrañar la ciudad y el país. A la gente que amo, sus dos océanos, los nogales de Bogotá, los venados de metal, su mestizaje ancestral, la forma cariñosa en la que nos hablamos. Extraño sin partir como un anatemizado.

martes, 2 de julio de 2019

Sombras Nada Más

A M

Recorremos el piso,
somos sombras que se sobrelapan
y se unen y se separan
y se buscan y se pierden
y se extrañan.

Un reflejo de venado
nos recuerda silencioso
que en la noche hay inocencia,
claroscuras nuestras almas.

Recorremos el piso
como ingenuos que se creen eternamente juntos
y hablamos entre baldosas:
separadas por la inevitable
erosión del tiempo.

Nos separa la erosión del tiempo
y el miedo al pasado recorrido.
La nostalgia siempre es privada
y el amor siempre es intenso.

Los charcos reflejan los espectros
que fuimos mientras caminábamos.
Y las amibas citadinas extrañan
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nuestros pasos que pesan como la memoria.

¿En qué charco de tu vida ocultas mi historia?
¿Cuál de las calles de tu alma lleva mi nombre?

Entre sábanas anda impregnado un olor de venado
y te juro que no soy yo.
Te juro que mi sombra no se ha deslizado a tu cama,
que no ha besado tus labios,
que no te dicho "te quiero".
Mi sombra no,
tal vez mi nostalgia.







viernes, 21 de junio de 2019

Manchas en las Manos

Reventada la burbuja se dio cuenta que tenía kilos de más, una papada prominente y algunas líneas de expresión. Una manchita en la mano, anticipaba el cuerpo estampado de su madre. El cabello con menos color. Menos hombres la miraban en la calle y a su lado yacía la foto de su juventud, con los rasgos de un elfo, de una nereida en flor. Se miraba preocupada, los cambios siempre impactan. Algo más reconciliada se decía "deberíamos tener derecho a envejecer".

lunes, 10 de junio de 2019

La Ciudad de Richie

Bogotá es una ciudad oscura, lluviosa, que moja los pies de sus ciudadanos, en la que los habitantes mantienen distancias físicas que parecen abismos en las calles. En un día de cielos pesados y con algo de mala suerte, me equivoqué para ir a una entrevista de trabajo. Pensaba que era en la tarde y resultaba ser en la mañana. Sin un peso en las calles y en una zona donde las distancias son monumentales, decidí esperar un bus que no pasó. Utópicamente, intenté caminar, confío en mi resistencia de ex atleta. Miré la hora y noté que a ese paso no llegaría nunca. Invoqué ángeles, como me enseñaba mi mamá en la infancia y procuré buscar monedas en el suelo. Me reí con ironía, me decía a mí mismo que una cosa es tener el dinero y otra necesitarlo. De nada sirve que esté lejos. Con los años me he vuelto soberbio y me da algo de vergüenza pedirle favores a las personas. Finalmente, me decidí a esperar en la máquina que lee el saldo para pedirle a alguien 400 pesos. Vi tres mujeres y no me dieron confianza. Evité hacerles la pregunta. Un hombre acuerpado, moreno, alto, de brazos gruesos, espalda ancha, caminar tranquilo, camiseta militar y mirada en el horizonte, bajó la rampa. Me pareció apuesto. Le pregunté si me podía ayudar y con un gesto corporal me dio a entender que sí. No sólo me pagó el pasaje sino que recibió mi gratitud con sencillez. Le pregunté su nombre y me dijo que era Richie. Le di las gracias, le pregunté si frecuentaba esa estación, lo negó. Le dije que cómo podía pagarle su ayuda, alzó el brazo y me subió el pulgar. Sentí ternura por él y me quedé mirándole la espalda mientras se alejaba. Quizás me hace falta ser un poco más simple y sencillo. Ojalá pueda tener un gesto amable con él. Miré los cristales y sentí algo que hace mucho no sentía: Aún hay dulzura en la ciudad.

viernes, 31 de mayo de 2019

miércoles, 29 de mayo de 2019

Bogotá 3019

Cansado de correr, se detuvo reisgnado. Sorprendido, Caín no entendía por qué en Bogotá no había ni ciudad, ni Dios.

domingo, 26 de mayo de 2019

Chapinero


En Chapinero hay casas que compiten con edificios. Ejecutivos que suman y restan. Ingenieros que diseñan y Gabriel, que mira por la ventana. Desde un 5 piso los transeúntes parecen una diáspora de puntitos en múltiples vectores. Erráticos y nerviosos. Entre callejones de cristal están su mirada y la de ella. Una mujer elegante y siempre con labial, finalmente le escribe “¿nos conocemos?”. Él baja la mirada y se marcha. En la calle y mojados por la lluvia, ella se atreve a preguntarle “¿qué hay de malo contigo?”. -Hay que mirar adentro- le responde él.

Chapinero


En Chapinero hay casas que compiten con edificios. Ejecutivos que suman y restan. Ingenieros que diseñan y Gabriel, que mira por la ventana. Desde un 5 piso los transeúntes parecen una diáspora de puntitos en múltiples vectores. Erráticos y nerviosos. Entre callejones de cristal están su mirada y la de ella. Una mujer elegante y siempre con labial, finalmente le escribe “¿nos conocemos?”. Él baja la mirada y se marcha. En la calle y mojados por la lluvia, ella se atreve a preguntarle “¿qué hay de malo contigo?”. -Hay que mirar adentro- le responde él.