miércoles, 15 de abril de 2020

Otra Vida

Tengo la creencia en otras vidas. Y como su nombre lo indica, es una creencia, no tiene sustento científico. La heredé de mi mamá, como la mitad de las cosas de mi psicología. Aparte de la xenoglosia en niños pequeños o los deja vu, no conozco mucha información que la respalde. También debo confesar que en más de una ocasión he tenido experiencias difíciles de explicar que podrían sugerir la reencarnación como una buena explicación. 

Pero a veces me gusta fantasear con una vida en paz, tranquila, a ritmo pausado, sin tantos obstáculos y preocupaciones. Debo confesar que con los tropiezos (propios de todas las experiencias humanas) se aprende demasiado. A menudo me pregunto ¿cuándo llega el período de disfrutar, de explorar, de descubrir? ¿Existe esa época o es una fantasía que cargamos todos los humanos y nunca se realiza?

El Elogio a la Dificultad de Zuleta o las reflexiones sobre la crisis, no ayudan. Concebir "la otra vida", para los religiosos materializada en el "paraíso", vale la pena, por lo menos para tiempos extraños, en los que la calma parece una utopía.

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