lunes, 13 de abril de 2020

Alexander von Humboldt: El Anhelo por lo Desconocido, Maren Meinhardt (29/100)

Traje este libro, intentando conocer mejor la travesía del joven Prusiano, Alexander von Humboldt. Es un libro corto, comparado con algunos de sus primos. No obstante, es suficientemente ilustrativo para dar brochazos del recorrido de Alexánder por el Nuevo Reino de Granada.

No sobra decir que su paso por América del Sur marcó un hito, a tal punto que el instituto de investigación de biodiversidad de Colombia, lleva su nombre. Eso, además de una corriente del Pacífico y una de las geoformas de la ciudad de Bogotá (el valle de Humbdolt). Su importancia científica ha sido elevada al punto de que Alemania celebró sus 250 años con exposiciones, publicaciones, reuniones y eventos culturales alrededor del globo terráqueo.

Con la visión romántica de su época, uno estaría tentado a pensar que Humboldt era un díscolo que oscilaba entre sus romances y una curiosidad tierna e ingenua por la ciencia. A veces da la impresión que sus mediciones fueron de gran importancia pero que él no siempre entendió la profundidad de todo lo que había presenciado. Su libro "Cosmos" que pretendía lograr sintetizar el inmenso mundo que había captado, no alcanzó a ser terminado. Sin embargo, al leer este documento, descubrí que había trabajado en las minas y que había creado una lámpara que disminuía los accidentes por la acumulación de gases. Algo de genialidad práctica había en su interior para poder administrar un negocio tan complicado como la minería.

En la catedral de sal de Zipaquirá aún recuerdan los consejos que dio para construir las canteras. Yo pensaba que era un verdadero genio, creía que era una especie de erudito en varios de los temas. Suponía que había pasado varias horas estudiando el universo desde un escritorio. Con este libro descubrí que en realidad había estudiado en la universidad de Gotinga, con la reputación de ser apta para los más flojos, hecho que pude confirmar este febrero, tras trabajar con un austriaco que había hecho su doctorado allí (y su pregrado en Boku). Recuerdo que comenzamos a hablar de plantas y en algunas ocasiones no tenía muy clara la identidad y la fisionomía de algunas. Nadie está obligado a hacerlo pero resulta vergonzoso para un "académico" de la tala de bosques. Espero que no me odies, Peter, si algún día lees esto. Al margen de mi experiencia, confirmo que en parte que Alexánder sí llevaba su romanticismo al punto de desligarse de los más básicos filtros de la sociedad académica. La autora afirma que nunca presentó un examen. Entonces ¿cómo alguien que basaba su reputación en enviar cartas y engatusar a científicos, logró ser uno de los científicos más importantes de Alemania?

Quizás porque redescubrió las ciencias y también estuvo rodeado de lo mejor de ellas. Tanto en su paso por Inglaterra, como en Alemania, en Estados Unidos y en el Nuevo Reino de Granada, tuvo la posibilidad de rodearse de los científicos más prominentes. Y a manera de reconocimiento, como lo ha dicho el mismo Alberto Gómez Gutiérrez, fue un personaje fundamental en la construcción de redes humanas que al final, son redes de conocimiento. Se podría decir que en su recorrido por Europa, logró rodearse de mentes brillantes, por ejemplo el científico que descubrió la fórmula química del H2O.

Una vez (por coincidencia) en América del Sur, su viaje implicó senderos fascinantes, desde Cumaná en Venezuela, pasando por el Orinoco,  después por la colonial y caribeña Cartagena, a través del elongado río Magdalena, hasta la fría Bogotá y finalmente Ecuador con su imponente Chimborazo. En ellos describe las misiones de franciscanos y jesuitas dedicados a tomar los huevos de tortuga y a hacer aceite. Es preciso al indicar que los indígenas que no han sido conquistados están llenos de dignidad y es fascinante la manera en la que logró presenciar el espectáculo de algo que para los españoles, no había sido más que una colonia. Es precisamente en las características de su recorrido donde aprecio su aporte científico, su proximidad al humanismo y su capacidad, desde la nobleza europea, de mirar el mundo con ojos de explorador.

Con los documentos que he leído de Humboldt me queda el sinsabor de que no siempre le reconoció a sus compañeros su aporte intelectual. No se sabrá si fue Caldas quién más aportó a la geografía de las plantas, si le Bonplant fue quién realmente permitió el desarrollo maravilloso de la identificación de las plantas o si sus encuentros con Mutis, le permitieron intuir la grandeza de lo que iba a descubrir. No se puede negar que su impulso de llegar a territorios difíciles con complejos instrumentos de medición permitió tomarle una fotografía a una región geográfica que demandaba ser investigada. Pero me llevo la sensación de que en su consecución de logros personales, no siempre fue sincero al referenciar las grandes ideas de las que se rodeó.

A pesar de que sus impresiones no han sido libres de críticas, pues el mismo Ernesto Guhl Nimtz en su libro "Los Páramos de la Sabana de Bogotá", critica su visión obtusa sobre uno de los ecosistemas más importantes del país, es de valorar y por qué no, aplaudir, el hito que marcaron Goethe y Humboldt, en la percepción de la ciencia y los estudios, como un descubrimiento florido de la realidad. Ya de estudiante, Alexánder experimentaba la aplicación de electricidad en sus propios nervios para descubrir el funcionamiento de los cuerpos y su anatomía. Y siendo minero, se lograba fijar en el color intenso de los helechos al interior de los túneles oscuros, en la sorprendente ausencia de luz.

Creo que personajes como Thomas van der Hammen (cuyo nombre fue puesto sobre una reserva al norte de Bogotá), heredaron esa pasión por el descubrimiento del mundo. Como lo diría su hija, María Clara, los científicos tienen el inmenso privilegio de explotar su curiosidad.

Del libro me gustó el esfuerzo por hacer una lectura fácil y entretenida de un viaje (y una época) que no es sencilla de interpretar. Por otro lado, me fastidió un poco la narración insinuadora sobre la sexualidad de Alexánder, constantemente haciendo preguntas al aire, sin nunca formularlas de manera directa y sin pudor. Si Humboldt era pansexual, bisexual, homosexual, o lo que sea, claramente es interesante pero creo que entre adultos esas preguntas se pueden hacer de frente y sin miedo.

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