En la marea de Bodensee,
rodeada de casitas anónimas
y personas con nombres
que nadie conoce,
habita la memoria de un viejo amor,
De esos con palabras que no se dijeron.
En la orillas se ven los besos
Que se descalabran contra los filos de las heridas
Y frágiles exponen soledades indeseadas
Separaciones súbitas
La soledad de quererse y no elegirse.
Sobre la iglesia una luz que dibuja la angustia,
Y las caricias que quedaron pendientes.
Ese abrazo de despedida que ellos dos nunca se dieron.
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