Cuando no hay luz las sombras son reales y el pasado virtual. Los senderos de tinta se riegan por los tobillos dibujando un paisaje de niebla. Se enclavan los picos de las aves al aire y la retina se cierra, ciega ante la almohada, el autor llora. El amparo de los buenos y la astucia de los malos es lo mismo antre las olas pacíficas que azotan el alma con dulce calma. Cuentos de infancia y retoños del alba desdibujan en espinas, como cuchillas, atraviesan la mañana.
Cuando no hay luz, los barcos se pierden, las fotos duelen y... y... Los amantes se aman. Entre recuerdos y memorias... Memorias que no fueron mías, que sólo fueron de otros, pasados prestados e historias inconclusas; se levanta del silencio el agente, el actor y vuelve a interpretar el papel de los desaparecidos. Eligen los bustos de la ciudad llover en lágrimas, como tren que va al infinito, rojo fuego... Duele no volar.
Cuando no hay luz... Hay madrigueras. Se dibujan en la pared la honestidad y la verdad, es en el fondo donde las grietas reusan su camino. Escuchan los dioses la voz del barítono y de nuevo, en los rincones de la ciudad reencuentras aquello que llamabas... que llamabas felicidad.
Viva la vida.
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