Para cuando sientas mi respiración, ya no habrá sed ni vacío... sólo certezas, las que buscaste por años se reducirán a un latido en la penumbra que ilumina tu camino y conjura los lutos absurdos. Los abismos serán simples sedas dibujadas y no tendrás miedo, ni siquiera a la muerte. Mi aliento será el tuyo, los sarcófagos y el sepulcro serán bromas del recuerdo. Tu dolor se reducirá a comedia y la palabra a silencio.
Para cuando me oigas, sabrás que he observado en la sombra, pero como las olas del mar o el latido del corazón, mi sonido es sonido de ambiente. Las noches en vela, el titilar de los objetos, la incertidumbre... Todo será innecesario, el enigma ahora es el infinito, la persecución del horizonte y la conquista del vacío. Escuchar... simplemente deslizarse en los sonidos que sutiles se reparten entre los demás, como si fuese suficiente, como si la aurora encarara definitivamente a la noche en una batalla por la realidad. Dando pasos de monje en el más allá, la palabra trascender significará menos por lo lejos y más por lo amplio.
Cuando me oigas, cuando me sientas, cuando me veas, cuando me veas y no huyas habremos concluido las transiciones del alma. No habrá más lluvia azul... porque yo estaré ahí.
Dedicado a todos los "muertos" que quieren ser oidos.
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