Ese aparecido de mirada conmovedora paró de besarlo y puso su nariz en el cuello de David. Respiró una bocanada de aire... y cerró los ojos con naturalidad mientras lo abrazaba. Por su lado David se le venían un millón de imágenes: su vida de ejecutivo, su estabilidad financiera, su mundo calculado, su supuesta madurez y finalmente sucumbió diciéndole a su compañero
- tengo miedo que esto llegue lejos- mientras lo abrazaba con fuerza.
Las autopistas parecían poseer autos aún más rápidos... La ciudad que de madrugada es azul, esta vez cantaba una canción inesperada.
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1 comentario:
... y maravillosa... :-)
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