Prisa de quien ama y corre, prisa de quien trabaja y ahuyenta palomas con sus pasos de redoblante. Prisa de los muertos en el cementerio, sedientos de agua... Prisa en los carros que chocan. Prisa en las bicicletas abandonadas, en las ruinas faraónicas y las instituciones de antaño. Prisa para nada, prisa pisoteada y burlada. Corazones acelerados, miradas vacías. La prisa de quien pare y no adelanta el parto, como de quien vive y no adelanta la muerte. Prisa en los vasos rotos y en los errores fatales, prisa en la emoción, en la congratulación, en el deseo de correr. Prisa en esas manos que boscosas buscan agua que beber.
Prisas en mi vida, prisas en mi muerte. Cuán poco es la prisa.
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2 comentarios:
Absurda prisa, en una vida absurda
Respiro, y te leo con un helado de chocolate entre las manos. Por fin todo en calma. Adoro estos instantes en los que, sin miar el reloj, me siento a leerte. Muchas gracias, Vicky.
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