Los ves con ojeras, se han reventado el coco pensando si quizás el gusano es socrático o meramente un resplandor de la vida. Pobres de ellos. Sabían mis ancestros que la cura para la locura era la soledad y el corazón espeso de la naturaleza. Los grises están rotos, infrascritos en algún cuerpo arrebatado; sin ganas. Los ves caminando por el centro o por alguna plazoleta de centro comercial anacrónico. Jirones de mejores vidas, de sueños... Caminan.
Y la ves a ella, increíblemente bella, de perfil griego, sonrisa suave y ojos hundidos. Lo ves acercarse, titubear, mentir y reír. La ves a ella: simple y maravillosa; lo ves a él: frustrado y creativo. Pasan los días en una ciudad complicada: lluvias con granizo, perros que hacen popó en los parques, niños que juegan y cometas enredadas en los cables de luz.
Nuevamente se encuentran, qué coincidencia, entre todas las calles, carros y espasmos de ciudad, justo en ese segundo y lugar se vuelven a ver. Se siente electricidad: se ríen, cuchichean y juegan. No hay más o menos aire en la ciudad, simplemente se les dio la gana de ser felices. Lo ves pedir su teléfono, ella lo anota sobre su brazo. Fue un pecado mortal; ha llovido... Lo ves confundido al mirar su brazo tatuado con una mancha ilegible. Rostros y siluetas antropomorfas se agolpan a su alrededor; está en ese estado en el que los sonidos se amplifican y los ojos se concentran en un sólo punto, aun sin ver nada.
Pasan los días: llueve y hace sol; amanece y anochece; los buses y los miserables; el centro y la 72; andenes y ratas; periódicos y noticias; solsticios y equinoccios; hierba y popó de perro. Lo ves en una esquina, busca en un directorio. Intenta recordar esos pequeños detalles que podrían resolver el enigma; sin embargo, esta vez las calles y las carreras de esta monstruosa ciudad no han planeado otro encuentro.
Él sube la mirada, está ojeroso, barbado y con semblante gris; está roto e infrascrito en algún cuerpo arrebatado. Mientras tanto, ella camina, se muere, se casa, se divorcia, roba, ayuda a una fundación, es secuestrada, sale del país, cambia de sexo, duerme, se droga, se vuelve millonaria o simplemente busca en un directorio con esperanzas de recordar detalles que la lleven a resolver su enigma.
2 comentarios:
Hay días que una piensa... ¿y por qué me he levantado para que todo salga así de torcido? Pero la vida sigue, y no hay que quedarse atrás. Habrá nuevas sonrisas, seguro.
Eché de menos tu escritura en estos días. Abrazos, Vicky.
¡Qué vidas tan opuestas, la de él y la de ella!. Y ese encuentro, que esperan repetir y que parece que no ocurre... de momento. Me gustó mucho, bello texto. Gracias por tu vuelta.
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