Dirigida por Josh Boone, es inspirada en el libro con el mismo nombre de la película, relata la historia de Hazel, quien ha sufrido cáncer de pulmón. En un grupo de apoyo, con un fuerte trasfondo cristiano, conoce a Gus, un adolescente dos años mayor con el mismo encanto y galantería de cualquiera de su edad.
Atravesada por la carga del cáncer, la película cuenta con un tono sarcástico, es fácil de interpretar y acude a clichés americanos (como cuando aplaude la gente después del gran beso de la pareja protagonista). Sin embargo, humaniza. No edita, ni disminuye la mutilación que ha sufrido Gus, después de sufrir un osteosarcoma.
Hazel quiere conocer al autor de su libro favorito "Un Dolor Imperial". Debido a que su residencia es en Ámsterdam, su sueño queda frustrado hasta que Gus como un típico héroe de novela romántica logra cumplírselo.
No pude evitar llorar (lloro con todas las películas, buenas o malas). En más de una ocasión palpé mis extremidades para constatar que estuvieran ahí y pensé por un instante cómo se sentiría estar amenazado por la parca a los 17 o 19 años.
Este es la segunda obra que he visto en los últimos días que habla de la memoria, el olvido y la muerte ¿se trata de una anticipación?
2 comentarios:
Tu reseña me ha dirigido a ir a verla al cine, ahora estreno aquí también.
La enfermedad y la muerte no se detienen ante ninguna edad; es más, se ensañan cuando atacan a los jóvenes. ¡Vive tu vida al máximo, Vicky, de tal forma (como decía aquel poema) que la parca y la falta de salud teman acercarte a tí.
También soy de las que llora con las pelis y me da que con ésta terminaré igual que tú, Vicky. Pero... Una cosa... ¡Ni en broma te hagas esa pregunta final! No imagino los blogs sin ti... Mientras yo exista hay una cosa segura y es que nunca, NUNCA, serás olvido. ¡Un superabrazo!
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