Me gustan los bailarines,
perdidos en la neblina de Bogotá.
Los transexuales que solapan los aullidos del virrey.
Pienso en la penumbra,
que al anarquista alumbra...
las soledades científicas,
las entrañas del gamín.
Adoro que la ciudad insomne,
revestida de pudor se asombre.
Súbditos de una revelación nocturna,
confundidos el día saluden.
2 comentarios:
Me atrae esa revelación, Vicky, el manifestar una realidad que puede aparecer oculta en algunas franjas horarias ;-)
Los insomnes (es decir los bogotanos) sabemos que la ciudad es una de día y otra de noche. Nunca se cruzan la una con la otra.
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