Jesús Abad Colorado
Mamá le enseñó que los niños deben dar vueltas,
hasta marearse y caer.
Tras 5 meses en el taller de danza inclusiva también aprendió a saltar,
a caer, a doblarse.
Un día unos uniformados acribillaron a Felipe y Gabriel,
bailarines con síndrome de down.
Dio vueltas y vueltas,
hasta que rendido cayó.
Desde entonces,
nunca abandonó los giros.
Nunca olvidó.
4 comentarios:
Qué giro tan explícito.
Uff... Me quedé sin aire, Vicky... Es un texto duro pero no menos que la realidad en determinados lugares, en determinados momentos, en determinados contextos... He comenzado a girar... Un abrazo...
No puedo añadir mucho más, sólo desear que no olvide. Y que él y algunos hombres buenos no dejen nunca de girar.
Javier, girar a veces es ser otros.
Luz, es duro. Quizás esa herencia latinoamericana de describir lo horrible, en un lugar horrible.
CrisC, como dice Borges "ya somos el olvido que seremos, el polvo elemental que nos ignora..."
Un abrazo y gracias por su visita.
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