Y volver el rostro sobre las huellas,
que con los años se han borrado
del suelo y de la memoria.
Saberse puntual en el universo,
menos extenso que el camino
y más pequeño que este mundo.
Y verse entre las olas que no perdonan
a los seres diminutos.
Cuánta ceniza sobre el suelo,
para iluminar un sendero que recorre
interminablemente un planeta esférico.
Y paradógicamente ignorar cuando se ha llegado al mismo punto,
porque lo que fue luz, ahora es sólo polvo.
Flotar sobre las aguas,
como los buques
que siempre tienen algo de vacío.
Y navegar como los troncos,
que no celebran la playa
sino que con su presencia recuerdan su origen.
Hasta hundirse...
Sobre el fango o sobre las aguas
y en el camino recordar
que algún día el polvo
también fue fuego...
también amó.
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2 comentarios:
Me gusta el estilo cadencioso y sereno de este poema que parece andar de puntillas para no hacer ruido.
Evocadores esos troncos desasidos de sí mismos que llegan a la playa. Precioso poema.
CrisC, seguro anda en puntillas como su dueño cuando llega embriagado y desasido, pensando en desorden. Un abrazo!
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