miércoles, 9 de junio de 2010

Orquídea.

Podría contemplarte por días esperando con ansiedad tu aroma. Quizás suicidar algo de mi tiempo en nombre de tu color. Las mañanas y las noches podría arruinarte, pero tu delicado temperamento se contrasta con ese color amarillo que dice que lo puede vencer. A veces tus flores agachan la cabeza, a veces me asusta perderte, pero mientras algo de ti muere, algo mejor nace. Cada muerte te hace crecer, pareciera como si quisieras alcanzar a nuestra estrella... el sol. Hay momentos donde los tragines de la vida hacen que no te de la atención que necesitas, sin embargo todas las mañanas me sonríes entre rayos de luz y aquellas manchitas violeta.
Las lágrimas del ambiente podría amenzarte, como el fuego del cielo, pero de alguna forma ambos estamos seguros ¿cuánto durará esta época de dulce calor? No lo sé. Voy por un poco de agua y lo riego a tu alrededor, en las mañanas, para que a lo largo del día transpires lo que sientes, lo que deseas que se vaya, lo que lloras, tu soledad... entre miles de cosas que dejas ir.
Por alguna razón eres tan importante... eres parte del todo. Cada segundo, cada diminuto ser, cada parte del todo, tiene un valor infinito, o mejor dicho, sin límites.

2 comentarios:

Garsil dijo...

Buenas tardes... La realidad y la ficción. Será que el infinito es finito? Gracias por el sueño. Garsil

Vía Morouzos dijo...

Mmmm... La belleza de esa orquídea ha llegado a mis sentidos... Y su fuerza... Es como el Ave Fénix... Mmmm... Me encanta su aroma...