domingo, 12 de enero de 2020

Tellus Bavaria

Vine a Alemania justo después de leerme Siddharta de Hesse. Me genera cierta curiosidad entender por qué un pueblo cuya conducta puede mostrarse dura y avara, puede generar obras tan dulces como la de Hesse o Gasenhauer de Carl Off. Pienso que no es que sean de pocos sentimientos sino que entienden la "privacidad" de una manera alternativa a la de América del Sur. Quizás la guerra y los espías de la Unión Soviética hayan dejado una marca tan profunda, que la manera de reír, de sentir, de querer, sea guardada para el clóset más profundo del sótano de una casa.

La guerra está en las calles, en el aire, en las heridas. Está más allá de los lujosos BMW que no son más que una cortina de humo para lo que la historia les ha hecho. Más allá de los estereotipos de frialdad, están las montañas, llenas de pinos y de pueblitos de la fantasía, que en una riqueza silenciosa gritan al mundo "nosotros somos los Alpes"; es decir, pueblerinos y poderosos.

¿Y qué decir? Yo soy el judío del siglo XXI. Al que tratan con altivez por el hecho de no verme como un local. Con ese tonito de superioridad y de desprecio que sólo les cabe en la cabeza a ellos. Quiero creer que en Bavaria la noción de lo extranjero se forjó a partir de las invasiones de las fuerzas occidentales. Que quizás sea por eso que no les cabe en la cabeza que un mestizo en cuya sangre vibran tres continentes, se pasee por sus calles sin pedirles permiso, sin agachar la cabeza, sin deberles nada.

Y la homosexualidad, que yo pensaba era un tabú casi de muerte en Colombia, resulta simplemente un tema que no se toca. No genera repulsión, tampoco está prohibido, simplemente no lo mencionan. Su noción de privacidad, supongo. Algo tan sagrado y tan arrebatado continuamente por la intolerancia de espías, gobiernos autoritarios, militares dementes y tantos otros.

No hace mucho, Hitler se paseaba por estas calles, secuestrando el gobierno de una Bavaria que luego tornaría su rostro hacia la expresión más repudiable del racismo. Ahora se pasean ciudadanos aparentemente pacíficos, llenos de reparos sobre la diversidad de los demás, sobre lo que es ser alemán o sobre la forma en la que los humanos deben comportarse.

¿Qué son los alemanes sin sus reglas? ¿A qué quedan reducidos? A individuos, individuos sin máscara...


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