lunes, 26 de septiembre de 2011
Iba en ese largo bus rojo y veía el cielo, como de costumbre... Las nubes jugaban a realizar colores... Y al fondo ese ver neón, decoraba el horizonte. Al oriente, una de ellas robó mi atención: estaba justo encima de un cerro, blanca en medio de los muchos naranjas y claroscuros del cielo bogotano. Entonces pensé con qué frase podría iniciar una historia donde ella apareciera, entonces vino a mí una que me impactó: "érase una vez una nube a la que no le importaba la ciudad".
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2 comentarios:
Un buen comienzo para una historia. Espero que pronto la escribas.
Me gusta cómo describes esos cielos de tu tierra.
Precioso
Inevitable pasar por este post tan bello sin comentar.
Te leo... me elevo en tus letras. Así sea en silencio.
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