Sus seguidores dicen que la conocen, a pesar de no tener el don de lenguas, y en la mayoría de los casos desconocer las muchas traducciones a las que fue sometida. Señalan las esquinas e invocan la rectitud, y hablan de la voluntad de quien creó el universo. Han de hecho de sus dios un muñeco de ventrílocuo, al cual le dan vida, ánimo y sobretodo: palabra.
Respeto y admiro a todos los religiosos que practican el amor.
viernes, 13 de julio de 2012
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1 comentario:
Creo que es el libro más mal interprentado y peor leído de todos cuantos hay: cada uno lo usa a su manera...
Esa definición del religioso, el que practica el amor, la comparto.
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