martes, 27 de noviembre de 2012

Llévame al mar, calamar viejo, que las olas suspiran sin siquiera mirar. Sonríen los corales, qué alto está el nivel. Habitantes de manglares se levantan en medio de la tierra de las miradas prometidas. Llévame al fin, a los confines, destruye, borra... trasládame a la tierra de nunca jamás.
 
Que de edificios lo sé todo, y lo que no, me lo imagino; hoy quiero correr entre olas, cojines de pasto, troncos de fuego antiguo, aires exhalados por un amor de ultramar. Usa la peinillas, que vamos bailar como lo hacían nuestros abuelos: sin miedo y sin afán. La habitación se ha tornado rosa, somos dos viejos en una barca de pescar, los tres los cielos nos esperan el cansancio ha de cesar.

 
 
"Querida Rosita:
 
Hoy he vuelto a ver el sol. La sábana que rodea la odiosa ciudad, el manto verde testigo de los niños que corrimos sin miedo, de las vacas rumiándole al cielo, nos da la bienvenida con la sonrisa que no pretende nada. Ya se me cae el cabello, sumercé sabe que la vida del campo es pesada, me he vuelto como los robles amarillos que fuertes y altos, declinan en la misma tierra, al mismo nivel de las orugas.
 
Ayer fui al pueblo, compré un par de astromelias y no me va creer, una de ellas se parecía a usted. Quizás esta carta le parezca indiferente, pero a mí no se me olvida (lo recuerdo noche tras noche) que usted fue mi primer y único amor. Uno cuando joven cree que se las sabe todas, y no es hasta los setenta que se atreve a conjurar el amor.
 
Dejémenos de formalismos, yo la quiero, usted me quiere... Los dos sabemos que nadie bailaba en las ferias del pueblo como ese par que con ruana negra y sombrero gris una noche decidieron escapar y sembrar un sendero, en medio de los vientos de agosto. Ya es diciembre y el cielo nos fermenta, nos está cobrando la cobardía de no haberle dicho nunca al muchacho que fue su amor y el mío, el que lo germinó.
 
Dejémonos de bobadas, los dos somos viudos... Me gustaría verla, en la vereda del Sol, junto al rancho donde nos vimos por primera vez.
 
Cordialmente, Eustaquio Torres (el caballero de la laguna dorada)"
  


2 comentarios:

Elena P.G. dijo...

¡Qué bonitoooooooooooooo!!!!!!!!!!!!!
Veo, Vicky, que vuelves a estar creativa y, como decimos por aquí, sembrada. Es un gusto leerte estos días de textos largos y bellos.
Besosssss

Vía Morouzos dijo...

¡Qué historia tan bella! ¡Coincido completamente con Coeliquore! Me gusta muchísimo cómo escribes.