sábado, 28 de diciembre de 2013

Albores y Mesquitas

Ninguna amenaza hay más grande para la vida que la intuición de paz: saltan los poetas, escapan los novelistas, naufragan los pintores y se disuelven los santos en las noches azules y cósmicas. Es la constante paradoja de los latidos cardíacos en consonancia con los suspiros.

Más allá del mar, dice el pescador, se oculta un sol violeta e infinito desde donde se puede reposar la mirada; soñar mil albores divinos. Los amantes democráticamente se funden en un beso donde el único peligro es un resplandor tenue desde el cual olvidar es un verbo que no existe en la piel.

Yaces con la mirada petrificada, entre los constantes golpes de las olas. Te asomas a imperios de nubes y concluyes que Bogotá ya no es Santafé... Aprendes que con los ojos cerrados se ve mejor la verdad.

1 comentario:

aristos dijo...

¡Cuánto has escrito en estos días en que he estado fuera!
Me gusta leerte, siempre