Alumbras mi sendero
de desenhebrados surcos.
Y al ver la tarde acaecida,
refulges tímida en la orilla.
Lagunas en el alba,
susurran nombres propios.
Estrella matutina,
madre del alma...
Recuerdo pensativo,
motivos y oscuros hierros;
vidas en los cerros,
amantes enredados.
Dos siluetas se reencuentran,
la playa y la marea alta.
Abrazos que develan,
amigos conocidos,
perpetuos compañeros.
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