tu dulce acento nororiental,
y esa indiferencia que se volvería distancia.
Mis nervios y prejuicios,
tu iniciativa y caballerosidad.
Mientras algo se construía en mi interior,
tus castillos y murallas ya no resistían.
Te fuiste, como el caballero que persigue la noche...
Me quedé, como las rocas que esperan ser torre.
Nos fuimos, con el orgullo y la sed.
Conato de incendio,
aspirantes al amor.
3 comentarios:
Vicky qué hermosas palabras salidas de lo profundo de tus ser, besitos
Nunca una ausencia es absoluta.
Abril, gracias por decir que las palabras son hermosas, aunque algunas sepan amargo. Un abrazo.
Crisc, en eso tienes razón, de serlo no habría humanidad.
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