"Las Ciudades Invisibles"fue publicado en septiembre de 1998. La versión que tengo fue traducida al español por Aurora Bernárdez, y debo reconocer que fue una buena traducción.
El libro retrata las conversaciones entre Marco Polo y Kublai Kan. El primero, un viajero y conocedor, el segundo, el dueño del imperio más grande de la época. Sediento de relatos Kublai interroga a Marco, quien más que traerle descripciones comerciales, lo adentra a una serie de ciudades invisibles.
El texto se articula en pequeños relatos organizados en capítulos titulados según su temática: Las ciudades y la memoria, las ciudades y el deseo, las ciudades y los signos, las ciudades sutiles, las ciudades y el nombre, las ciudades y los muertos, las ciudades escondidas, las ciudades y los intercambios, entre otros.
En cada división del libro se describe una ciudad. Sus nombres son de mujeres y su presentación puede ser física, metafísica y fantástica. Por traer algunos ejemplos, hay una ciudad que por permanecer renovada, expulsa lo viejo y la basura a sus alrededores. Se teme que algún día, el anillo de desechos que la rodea y que en parte, la mantiene siempre nueva, se derrumbe y les recuerde a los habitantes su pasado. Hay otra ciudad, construida por hombres que soñaron perseguir a una mujer que no lograban atrapar. Construyeron una ciudad e intentaron hacer más difíciles los recorridos oníricos que ella siguió. Luego, llegaron otros hombres que la soñaron pero decidieron hacer más accesibles los recovecos y modificaron la metrópoli, a favor del hombre y en decadencia de lo inalcanzable. La última que mencionaré es Zora, la cual es recordada de manera nítida respecto a cada uno de sus detalles; sin embargo, se ve diferente si se llega por camello o por barco; dado que la ciudad es moldeada por sus límites.
Kublai pide a Marco Polo, describir a Venecia. Éste le responde que siempre ha descrito a Venecia en todas las ciudades. Descubre el Gran Kan, que podría descubrir una ciudad imaginada que aún no existe pero Polo persiste en señalar lugares que corresponden a sus elucubraciones. Mientras juegan ajedrez, el supremo del imperio, indica que como dicho juego tiene reglas, las ciudades deben tenerlo; una vez las descifre, poseerá todo lo que hasta ahora por fuerza era suyo.
El libro termina con una oración que fascina a los críticos (y creo que también al autor): "...buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio..."
Me gustó la sencillez del libro, el lenguaje claro y las descripciones oníricas. Sin duda, una búsqueda por comprender las reglas de ese ajedrez del Gran Kan.
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