miércoles, 29 de agosto de 2018

Español, Oh, Bárbara Lengua.

A menudo me he preguntado de qué me ha servido el español. Si bien el argumento sentimental que indica que es la lengua desde la que he amado, ayuda a reivindicarlo un poco, sus usos prácticos los percibo limitados. Algún antropólogo diría que sirve para ir a una plaza y pedir comida, o para comunicarse con vecinos malencarados. Pero más allá de esas ingenuidades bienintencionadas, el español no es que sirva de mucho.

Las mejores universidades del mundo hablan inglés. Para tan siquiera soñar con ingresar a una de ellas, los hispanohablantes debemos presentar regularmente evaluaciones para demostrar que dominamos la lengua de los anglosajones. Los exámenes tienen la módica suma de aproximadamente 200 US y tienen una vigencia de 2 años. A lo largo de mi vida, hablar español me ha costado presentarlos casi 3 veces; es decir, he invertido aproximadamente 600 US para obtener un par de certificados. Y en sentido inverso ¿quién invierte en aprender español? ¿A quién se lo exigen para cruzar una frontera?

Las cosas no se reducen a universidades o institutos prestigiosos, la ciencia se escribe en su mayoría en inglés. Los humanistas a menudo protestan porque también hay revistas de buena reputación en la lengua de Cervantes pero la verdad es que no trascienden mucho. Basta ver las bases de datos para comprender que de 10 sólidos buscadores de artículos científicos, quizás uno sea en español. Sin hacer hincapié que Corea del Sur publica más artículos que casi todo el mundo hispánico reunido.

Si bien la lengua ibérica se dice que suena hermoso, que está de moda, que es la segunda más hablada después del mandarín, su presencia se reduce a naciones que en su mayoría tienen bajos índices de desarrollo humano. Es decir, viajar y conocer culturas sin la presión lingüística a menudo implica estar encerrado en la burbuja latina de corrupción, falta de planeación, miseria y populismo.

Los defensores acérrimos podrían elaborar una hermosa descripción del idioma con el que Horacio Quiroga describía a los seres de la selva; resaltar la riqueza de colores que adquirió cuando el trópico salvaje la obligó a describir el embrujo de otras latitudes; elucubrar sobre las cicatrices que lleva de diásporas norafricanas, nativo americanas y europeas; profundizar en los pensadores que la llevaron como una bandera hasta la tumba o dar vueltas sobre sus descripciones coloniales acerca de la geografía del mundo. Lo cierto es que el castellano, es como una reina de belleza que se ve bien durante todo el concurso hasta que le hacen preguntas difíciles, por excelencia es una lengua barroca y complicada pero nada trascendental.

Más allá de su sonido que mezcla la estridencia y la suavidad, el español ha adquirido de manera paradógica el lánguido semblante del Quijote. Cervantes describía el destino de su lengua sin saberlo. Ingresa a los Estados Unidos por las cocinas y a través de las uñas llenas de tierra; se dispersa en la selvas detrás de un rifle con nostalgia colonial; se esfuma lentamente en sujetos birraciales y le declara la guerra a potencias mundiales, como los bárbaros lo hacían con Roma.

Los que hablamos español, somos la periferia.


lunes, 6 de agosto de 2018

Ada, or Ardor - Vladimir Nabokov (21/100)

Staged in a parallel reality called "Antiterra",  Ada or Ardor is a novel by Vladimir Nabokov. It tells the story of two children related by the passion of their ancestry. Van Veen and Ada go further when they decide to trespass the conventions of erotism. They explore each other in Ardor in spite of the curiosity of Lucette, the little sister of Ada.

She is a lover of botany and he is a lover of literature. Both build through the chapters a relationship seasoned by complicity. While they grow up, they have to face the dark side of love. Ada confess she has been with other men; hence, hurt Van abandons the paradise and lives an erotic relationship with a woman in Manhattan. Her sister lives an ordinary life confined to boring jobs and to escort her father.

Distance is the measure of loneliness. Van realizes who his real love is. Both souls gather again but destiny prepares another obstacle for passion. Demon Veen realizes about the real state of the relationship of his children. Van understands inexorability of destiny and separates from Ada, again.

As a result of the games of Ada, Van and Lucette, the little sister falls in love with the boy. This feeling boils in her soul until the lonely Van rejects her during a trip. She suicides. Afterwards, because of a confusion Van is killed by a foreigner. An entire chapter is dedicated to explain time. Then, Van finds Ada again and Lucette has enormous debts.

The two lovers finally spend their last days moving from one villa to another. Violette writes Van memoirs, even detailed descriptions about his sexual sunset.

-

The author creates a parallel world and an ethical issue (incest) in order to allow the reader to focus just in fiction. An association with any real topic perhaps would dilute the quality of the storyline into philosophical argument.

It is not common detailed descriptions in the artwork of Nabokov. Opposed to the common evolution of authors that starts from complex structures to simpler expression, this author chooses a complex, multilingual, detailed and merry style. In fact, the book is very large and sometimes as reader I perceive the narrator deviates to trivial statements.

However, high quality atmosphere constructions may be appreciated through the novel. From Ardor that captures innoncence and erotism to the mental hospitals where the Durmanov sisters die. Villas where the couple spends their last years may be peaceful like the rythm of this book.

-

I think the best part of the book is when Lucette suicides. I can not explain the feeling that caught me: I was astonished and embarrassed for her.  



domingo, 5 de agosto de 2018

Pesa sueños

Tras una semana llena de complicaciones, decidí hacer una siesta. Mientras soñaba me veía a mí mismo en la cama, estiraba un brazo y escribía en el techo "Dios existe". No me sentí ofendido porque una parte de mí aún tuviera reminiscencias de mis creencias. Me pareció algo dulce. El Dios que me enseñó mi madre, no era el sujeto tormentoso e histérico, era dulce, amigable, tierno, misterioso y a menudo más maduro que la sociedad agreste donde vivía.

Me levanté con una sensación dulce. Su existencia o su desvanecencia dejó de preocuparme hace años. Su desaparición fue casi forzada en mi vida, frente a un catolicismo exegético e hipócrita, obsesionado con la tributación de sus fieles. Ser gay empeoró las cosas, Dios y nosotros éramos polos opuestos. Con los años se convirtió en una farsa que los seres más oscuros defendían.

Me resulta divertido imaginar los múltiples rostros del Dios que hemos creado los humanos. Es el mismo que acompaña a los banqueros a ocultar sus delitos financieros, así como ampara a una transexual a caminar las calles de Bogotá a media noche. Habita suburbios, llenos de sirenas de policía o salones de batallones que albergan desamparados, parejas adúlteras con cruces colgándoles del cuello. 

Es un Dios que susurra en carreteras desiertas cuando los autos fallas, que hace figuritas divinas en casitas pobres y que escucha a las personas que están desesperadas. Hay algo lindo en el concepto de Dios, lo reconozco. Y es que es ese otro yo que siempre está disponible para las personas más vulnerables. Qué humano es.