martes, 31 de marzo de 2020

Somos Dueños de Nuestro Destino

Una de las cosas más frustrantes en mi experiencia profesional, era ver lo ignorados que éramos los que planeábamos medidas para emergencias grandes. Antes de irme, alcancé a ayudar a planear una política nacional de laboratorios. En su momento, no más de 10 personas nos reuníamos en el Instituto Nacional de Metrología a hablar de redes de laboratorios. Tomábamos decisiones y soñábamos un medio analítico en el que el país pudiera robustecerse algún día.

Al llegar el gobierno Duque, me dijeron enfurecidos que no había dinero para esas redes (fundamentales para hacer seguimiento epidemiológico). Mi respuesta fue indicarles que los egos personales no debían anteponerse ante el bien común. Insistieron en que era algo excesivo, que esas cosas no debían decirse.

Y así estuve varios años: En la constitución del Sistema Nacional de Calidad, en el diseño de la Política Nacional de Laboratorios, en la construcción de los núcleos de necesidades de capacitación con el Ministerio de Educación. 

Nunca nos pagaron un peso por hacer cosas a menudo fuera de nuestras actividades contractuales. Nunca tornaron la vista a lo que les decíamos que era importante. Primero el mundial de fútbol, luego el reinado de belleza, luego los juegos olímpicos y así en una espiral interminable, al punto de banalizar el papel de la ciencia.

No hace mucho, la discusión era porque un técnico en sistemas se ganaba 6 000 000 en Colciencias, mientras una doctora en bioquímica recibía 5 500 000. Y parecía una discusión aristocrática, lejana, sin importancia en un país que necesita pensar en qué va a comer.

Había temas inclusive más interesantes en el propio IDEAM: Cambio climático era la sección que todos querían dirigir o por lo menos hacer parte de ella. La mayoría de los funcionarios asistían a conferencias sin siquiera saber inglés. Pero el tema de las ciencias de la medición resultaba laborioso y oscuro.

Entre las protestas de mi generación y de la que sigue, siempre se enfrentaban jovencitos a unos hombres con armaduras sofisticadas y costosas, pidiéndoles que la educación fuera el pilar de desarrollo. Y en las elecciones, siempre primaba el discurso empresarial, el del primer ministro ejecutivo que quería bajarle los impuestos a los industriales. Se hablaba de guerra, con vehemencia, con la pasión de un caudillo típico del Macondo de Gabriel García Márquez. Y siempre ganaban ellos. Los mayores de derecha, celebraban, como si hubieran ganado algo. Así, como cuando hundieron el plebiscito por la paz.

De repente, en un mercado de Wuhan, casi haciéndole un guiño a los vegetarianos, surge un virus que acuartela a la humanidad, con el propósito de proteger a la generación que como humanidad amamos pero cuya más grande proporción nunca se interesó de lo fundamental y señaló de subversivo a cualquier iniciativa trascendental.

¿Dónde están los jugadores de fútbol haciendo gel antibacterial? ¿Dónde estás los elegantes banqueros desarrollando una vacuna contra el virus? ¿Dónde están los técnicos de sistemas asistiendo a los que se mueren en cuidados intensivos?

La noticia de los días recientes, es que la máquina del Instituto Nacional de Salud que permitía diagnosticar el COVID-19 se había dañado. Me recordé a mí mismo, suplicándole al Estado recursos para redes de laboratorios. Me vi frustrado, cuando veía ascender a políticos de corte populista, cuando vi corruptos apropiarse de los cargos más deseados del servicio público. Cuando me tuve que ir de un país que siempre me miró con suficiencia, que nunca me dio un cargo estable, que nunca pensó que mi discurso era importante. Me duele decirlo pero la crisis somos nosotros: Nuestra manera de actuar, nuestra manera de pensar, nuestra visión folclórica, nuestro odio a lo trascendental, nuestro desprecio a la inteligencia, nuestra duda despectiva sobre las prioridades de la ciencia. 

Sólo espero que todos mis seres queridos sobrevivan. Si no por ellos, por mí, que lo intenté.

domingo, 29 de marzo de 2020

Pedacito de Mundo

Se paseaba de alféizar en alféizar - ¿dónde estarán los humanos?- se decía el copetón. Aterrados, desde el interior de la ventana, lo veían una pareja de ancianos. Los volteó a mirar y en su interior, mientras sus ojos los reflejaban a ellos, se preguntaba "¿se tiene mucho o se tiene poco si para ser feliz, sólo basta un pedacito de mundo?"

viernes, 27 de marzo de 2020

Una Pandemia

Estar lejos de casa, durante una pandemia, con la incertidumbre de si el país huésped es el que uno verdaderamente desea, es toda una prueba ¿qué quisiera un día como hoy? Estar en mi antiguo trabajo, en mi cuarto, recibiendo los rayos de sol del trópico, rodeado de quiénes amo, haciendo algo que ya desde hace 5 años sabía hacer.  Qué vaina. Extrañar tanto a la familia, a la vida anterior de la que uno se quejaba, al país...

miércoles, 25 de marzo de 2020

Cuestionarse

A menudo me he cuestionado mi destino profesional, ahora más que nunca, cuando la vida no cesa de ponerme obstáculos en el camino. Mientras hablaba con una amiga, hacía memoria de todos los jefes horribles y con problemas mentales que he tenido en mi recorrido, o de las condiciones estresantes y asfixiantes que muchas de las compañías donde he estado me han impuesto. Yo sé que la vida laboral a menudo tiene algo de eso pero por estos días me pregunto si necesariamente la zozobra es esposa de la vida profesional. También me pregunto en qué momento le queda a uno tiempo para uno mismo.

Cuando mis dos abuelitas fallecieron, me di cuenta el poco tiempo que les había invertido en sus últimos días. Parte de seguir estudiando, tenía el objetivo de descubrirme y de vivir con un poco más de paz. No sospechaba yo que eso significaría pasar por tantas pruebas, quizás karmas. Y ya me siento un poco cansado. Quisiera simplemente un período de mi vida en paz, sin contratiempos, ni dramas y con estabilidad. No sé si eso sea muy difícil de adquirir.

lunes, 23 de marzo de 2020

Astrotonterías

La astrología no es una ciencia, punto. Pero tiene apuntes interesantes. Uno de ellos es que Saturno entra acuario y la última vez que lo hizo fue en el período de 1991 a 1994. En Colombia el movimiento de la séptima papeleta logró consolidar una constitución que por lo menos sobre el pergamino, declaraba a todos los humanos iguales, reconocía al medio ambiente y buscaba el bienestar de las comunidades. Poco antes de la entrada a la década de los 90, caía el muro de Berlín en el 89. Simultáneamente, alrededor de los 90's se consolidaba el Internet en la sociedad, al punto de evolucionar a ser la herramienta que determina quién será presidente.

Ángela Merkel, que honra su identidad de alemana oriental con su excesiva compostura, dijo que el coronavirus no era comparable a la caída del muro de Berlín. En su lugar, lo equiparó a la segunda guerra mundial. Palabras de una mandataria que conoció uno de los episodios oscuros de la historia germánica. 

¿Qué significa el coronavirus en términos históricos? Es demasiado pronto para responder esta pregunta pero sin duda, los ciudadanos, voluntaria o involuntariamente han perdido su libertad. Y esta vez los plutócratas, revelan en sus rostros aturdidos, que también se ha tambaleado su mundo. Los ciudadanos muestran unidad pero yo sospecho que luego se mutará a la incredulidad.

Cuando en el auge de la revolución francesa, una turba de ciudadanos, pedía ayuda porque no tenían qué comer, la reina de Francia se bañaba en una tina de oro. Luego la encarcelaron y la decapitaron. Años antes, a su esposo le habían aconsejado incrementarle los impuestos a la monarquía para salvar al reino. Evidentemente, desoyó los consejos y sometió a los ciudadanos del común a tasas tributarias abusivas.

En los últimos años, han sonado las campanas para alertar de un incremento en la desigualdad de las sociedades. Inclusive naciones como Finlandia que se precian de distribuir más justamente sus recursos, han recibido malos resultados en esta materia. Y a diferencia de lo que se podría creer, respecto al siglo XX la brecha entre un jornalero y un multimillonario se ha incrementado a proporciones obscenas. 

Aquí es cuando los puntos se unen. Hay una sociedad desigual, con una catástrofe sanitaria que va a desmejorar la economía y a "aplastar" a los más débiles. En paralelo, hay unos plutócratas que fácilmente podrían mandar a construir una isla en medio del mar. Esos dos elementos, más la soberbia de los más poderosos que se van a negar a ser generosos en tiempos de crisis, van a estallar una reflexión social frente a las fantasías que vendía el actual sistema.


No, Ángela, no es la segunda guerra mundial. Es la revolución francesa.

viernes, 20 de marzo de 2020

Las Cenizas del Tiempo

Desde principios del siglo XX no había el mundo humano vivido una pandemia. Quiso la vida que yo eligiera casi sincrónicamente ser testigo de la historia que a menudo no es más que una sucesión de eventos oscuros.

Las calles de la soberbia Múnich están vacías y los extranjeros huyen. Los europeos, antes dueños del mundo, hoy son expulsados de América del Sur, como si fueran la peste. Y el racismo ha caído en el mutismo: No querían extranjeros, pues pronto los perderán.

Por una jugada del destino, quedé atrapado en la ciudad, por lo menos 30 días sin saber si habrá semestre de verano. Es curioso que justo tras la llegada del sol y el florecimiento de las violetas, una pandemia secuestrara a una sociedad entera y la dejara sin respuestas.

Me pregunto si a alguien le habrá pasado algo similar. A algún colombiano de un lejano pasado que llegara al corazón de Viena unos meses antes del asesinato de Francisco José en Sarajevo.

Este viaje al corazón de Bavaria, ha sido un recorrido homérico, en el que los dioses juegan conmigo. Si se quiere, no los dioses, los planetas que adoptaron sus nombres.


lunes, 16 de marzo de 2020

Los humanos somos cabras medievales,
aterrorizadas ante la vibración del volcán. Pintamos al demonio, a manera de representar el rostro de nuestras tinieblas, que tras la neblina, relata nuestra historia. De voz gruesa, se levanta entre la oscuridad y dice nuestro nombre, que también es ficticio.

Y en medio de las esquizofrenias, tan frecuentes en una especie emocional, levantamos murallas que nos protegieran del maligno. Y sin darnos cuenta, nos hicimos presa de él. De nosotros mismos.

Aquí, desde la gran muralla, la de Berlín, la de los guetos, la de los alambres de púas que pusieron en Hungría para que los sirios no llegaran a ciudades que emergieron de esclavos con lenguas africanas, hemos quedado atrapados, en la oscuridad del miedo. En los ojos de la mujer medieval qie le decía a su hija que en los bosques había criaturas cuyos nombres no se pueden pronunciar.

Y es ahora América quién descubre a Europa desde la marginación. Quién se niega a abrir su feudo, una vez libre del miedo. Ahora son los bisnietos de los nativos que los recibieron como dioses, quienes los inspeccionan en los puertos y los ven desesperados cruzando ilegalmente ciudades de su propia geografía.

En una costa del sur, yacía un niño con la cara sobre la arena. No pudo escapar. Y a pesar de la conmoción del mundo, en las calles por donde caminó Hitler, se seguía murmurando en alemán, que los refugiados eran una carga.

¿Quién va a cargar a los europeos ahora que sus murallas son una prisión?

sábado, 14 de marzo de 2020

La Geografía del Caos

Una tormenta, una pandemia, una protesta. Diría que son los tres elementos que describen mi recorrido estos meses ¿qué me quiere decir la vida?

miércoles, 11 de marzo de 2020

El Proceso

Alguna vez, entre reseñas de libros, supe de un libro de Kafka acerca de un personaje que era condenado, sin saber nunca por qué. Durante su pena vivía un "proceso", el de condena. Siempre que iba a tener la oportunidad de entender qué estaba sucediendo, algo súbito ocurría que le impedía darse cuenta de qué estaba pasando.

Ese personaje soy yo. Que tuve que ir a una cita en enero a la oficina de extranjería en Múnich y no me antendieron por haber cambiado mi dirección recientemente a otro distrito. Que tuve un empleo que no me dejaba ir a la oficina que corresponde a los distritos de Bavaria y que por ende, cambié la dirección nuevamente a Múnich. Que luego, un grupo de activistas protestaron y me quedé sin el trabajo que tenía. Y finalmente, hoy asistí y me dijeron que por el nuevo cambio tan reciente de mi dirección, no me podían atender.

Mi visa vence el 30 de marzo de 2020 y el mensaje de Alemania ha sido claro. Soy un personaje kafkiano en la maraña de ires y venires de la burocracia germánica. No entiendo cómo pueden decir que necesitan inmigrantes para trabajar si no son capaces de brindarnos alternativas reales para vivir acá.

Me fui de Colombia, un país agreste y burocrático, donde lo tenía todo, a Alemania, también agreste y burocrática, donde no tengo nada.

viernes, 6 de marzo de 2020

Miedos

En Alemania mis miedos más profundos han surgido. No sólo por Alemania en sí sino porque es la primera vez que me enfrento al mundo real, sin ninguna protección y desde la desventaja de ser un migrante de un país en desarrollo. A veces me bloquea, se me mete en el cuerpo, me sacude y me amenaza en forma de pensamientos oscuros que punzan mi cabeza y me hacen desear volver corriendo, como el cobarde que soy... Como el humano que nunca dejaré de ser.

Le tengo miedo a la soledad, no soy muy social y me faltan algunas herramientas de comunicación. Le tengo miedo a endeudarme de más con Colfuturo o a perder la cabeza y en algún momento pasar hambre. Le tengo miedo a no saber administrar el dinero, a no saber cuándo es suficiente. Le tengo miedo al rudo sistema germánico que de la manera más kafkiana me ha puesto en sus redes de burocracia y dureza interminables. Le tengo miedo a las materias complejas, a no pasarlas, a tardar más de la cuenta. Le tengo miedo a que la gente no me entienda, mi alemán es limitado y quisiera comunicar más pero no puedo. Le tengo miedo a tener que volver a un país en llamas y no encontrar (como me pasó al comienzo) algún empleo. 

Le tengo miedo a no ser feliz, a haber elegido mal y mentirme a mí mismo (como suelo hacer cuando me equivoco). Le tengo miedo a ser un adulto que depende enteramente de sus padres, que rueda entre cargos mal remunerados y que no favorecen a nadie. Le tengo miedo al pánico que mientras duermo, me acelera el corazón y me corta la respiración.

Este blog es un desahogo, ni más ni menos. Lamento cargar a los pocos lectores con las pesadas emociones de un estudiante suramericano, en los laberintos teutónicos. Ya veremos si en unos meses las publicaciones rebosan de alegría.

Gracias por leer.