Alguna vez, entre reseñas de libros, supe de un libro de Kafka acerca de un personaje que era condenado, sin saber nunca por qué. Durante su pena vivía un "proceso", el de condena. Siempre que iba a tener la oportunidad de entender qué estaba sucediendo, algo súbito ocurría que le impedía darse cuenta de qué estaba pasando.
Ese personaje soy yo. Que tuve que ir a una cita en enero a la oficina de extranjería en Múnich y no me antendieron por haber cambiado mi dirección recientemente a otro distrito. Que tuve un empleo que no me dejaba ir a la oficina que corresponde a los distritos de Bavaria y que por ende, cambié la dirección nuevamente a Múnich. Que luego, un grupo de activistas protestaron y me quedé sin el trabajo que tenía. Y finalmente, hoy asistí y me dijeron que por el nuevo cambio tan reciente de mi dirección, no me podían atender.
Mi visa vence el 30 de marzo de 2020 y el mensaje de Alemania ha sido claro. Soy un personaje kafkiano en la maraña de ires y venires de la burocracia germánica. No entiendo cómo pueden decir que necesitan inmigrantes para trabajar si no son capaces de brindarnos alternativas reales para vivir acá.
Me fui de Colombia, un país agreste y burocrático, donde lo tenía todo, a Alemania, también agreste y burocrática, donde no tengo nada.
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3 comentarios:
¡Ay, no! Pero así es, tienen todo ultrareglamentado y cuando algo se sale de eso el culpable es uno.
La de arriba soy yo.
Risa, comencé a ver con humor lo que está ocurriendo. Es gracioso. El sistema es gracioso. Ahora con lo del coronavirus está a punto de derrumbarse y no siento nostalgia.
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