Esta noche pensé en Kafka
y en la sensación que tuve cuando vi su casa.
Era pequeñita, con lo necesario y a unos metros de una inmensa catedral.
Allí, en una habitación pequeña, un hombre pudo describir la modernidad.
Estaba oyendo Fernando Molano
e imaginé a todos mis amigos
y sus parejas.
Sus cuartos chiquiticos,
sus relaciones abiertas,
sus penas.
Imaginé ciudades grandes,
afectadas por pequeñas firmas.
Y recordé a Kafka,
comprimiendo un mundo grande,
en una cucharacha.
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