domingo, 25 de agosto de 2024

Cosas del Hogar

De niño nunca entendí la obsesión de los adultos por el orden. Mi papá especialmente quería ver la casa con todas la superficies limpias. Sus cajones eran limpios y organizados, y sus camisas nunca tenían manchas amarillas en el cuello. Durante unos años, todos debíamos organizar una parte de la casa, sin importar cuán pequeños fuéramos. Lo odiaba de niño pero ciertamente lo valoro de adulto.

Mi mamá nunca me forzó a hacer nada. Sin embargo, siempre me inculcó que debía aprender las cosas necesarias en la vida para que nunca buscara "a una esposa sólo porque no podía hacerme responsable de mí mismo". En mi colegio las cosas se reforzaron, cuando comenzaron a impartir talleres para enseñarnos a pegar botones, a cocinar, a limpiar nuestros zapatos y a hacernos cargos de nosotros mismos. 

En Alemania viví con todo tipo de personas. Un mes con una alemana intransigente a la que todo le molestaba y que no tenía el más mínimo tacto para pedir que mejorara. Un ejército de chicos de Asia que eran tan extremadamente sucios que la bañera tenía manchas cafés. Uno de ellos decía fácilmente que limpiar el apartamento no era su responsabilidad. Después viví con gente de Alemania, de Francia, de China, de Rusia, de India y de Pakistán. Siempre fue un reto pedirles que limpiaran la ducha o que mantuvieran el baño en un estado decente.

En Wiesbaden las cosas no mejoraron, viví con un italiano y una alemana que recién salidos de un psiquiátrico, a duras penas tenían tiempo y dinero para drogarse y quejarse de lo injusta que había sido la vida con ellos. Luego me mudé con un nigeriano, un eritreo y un alemán. Al principio intenté llevar las cosas pero tras notar que básicamente era yo quién remaba por todos, hice lo que un amigo argentino me recomendó: Una lista para bebés. Una lista que detallara punto por punto qué debían hacer y cuándo.

Hace unos años me parecía superficial y agotadora la gente que hablaba del orden de su casa, ahora me pregunto por qué tantos adultos que he conocido son incapaces de tener un entorno limpio. Y eso me parece aterrador porque también habla del abandono infantil, de la negligencia en la crianza y de la percepción machista de que la limpieza es una cosa de mujeres.

Hace casi un año que U. el chico de nigeriano vive en nuestro apartamento. Llegó de Hamburgo tras terminar su maestría para trabajar en una compañía de energía eólica. En el apartamento yo me estaba agotando de sus excusas para no hacer su parte y esta semana nos dijo repentinamente que se iba, que buscaría un reemplazo para su habitación. Y no lo niego, sentí algo de remordimiento y tristeza. A pesar de todo, es un chico de buenos sentimientos y que nunca ha hecho cosas realmente graves.

Al principio intentamos llevarnos y fuimos a un bar latino. Me parecía dulce la manera en la que socializaba y era aceptado. Me hizo pensar en Miguel Ángel, la tortuga ninja que simplemente quería vivir su vida sin preocuparse por nada concreto. Estos días su decisión me hizo pensar si quizás me estaba alemanizando y olvidando mirar la esencia de la gente, en vez de andar cabreado porque mis compañeros de apto son unos cochinos.

No sé bien si es que me estoy volviendo más exigente o simplemente ya no estoy dispuesto a comer tierra cada vez que alguien quiere inclinarse sobre mí.


domingo, 11 de agosto de 2024

Cuando la Mente da Tumbos

Hay días en los que seco la ropa, la plancho; alisto el computador y cargo los celulares; alisto las llaves y la billetera. Además programo el reloj para despertarme temprano pero no me duermo. Mi mente y mi cuerpo parecen resistirse, como una bombilla llena de electricidad con su filamento al rojo vivo. A veces tomo pastillas de valeriana y no sirven de nada. Medito y el trompo no se detiene ¿en qué cara ha de caer? Intento leer, no sirve. Hago yoga, no funciona. Entonces me rindo y con los ojos abiertos veo las horas pasar. No sé en qué momento me duermo pero al día siguiente no tengo energía. Es un juego cruel, justo cuando más necesito estar fresco y lleno de vida, la mente me traiciona.

Esas noches, la mente da tumbos, como una bestia que golpea las paredes. Como cuando uno siente a un criminal acercarse. Es el minotauro que tiene hambre. Tiene ganas de comerme.

domingo, 4 de agosto de 2024

Una Vida en Contra de lo Normal


Hay una serie de datos que la mayoría de estadísticos deben considerar: Los que están fuera de lo común. Pueden ocurrir por errores sistemáticos o aleatorios, o porque los humanos aún no explicamos bien el mundo, especialmente cuando se trata de fenómenos fuera de lo común. La curva normal en sí misma busca explicar tendencias que le ocurren a la mayoría de los individuos o casos estudiados pero ¿qué hay de aquéllos que se desvían de la tendencia? ¿No son importantes?

Mi pequeña vida académica la dediqué a datos fuera de lo común. Quizás porque yo mismo me sentí siempre como alguien que no encajaba bien en los moldes de este mundo. Y a mis 32 puedo decir que por más cool que pueda parecer, es un reto pertenecer a los extremos de la curva de la normalidad. Es decir, a ese pequeño grupo de criaturas que estadísticamente hablando no son normales.

En mi pregrado estudié los transientes hidráulicos que no son otra cosa que los cambios súbitos de presión debido a cambios de flujo. Ocurren a diario y destruyen grandes tuberías pero no siempre se les presta atención. Son tan interesantes que el agua "cavita". Es decir, debido a las bajas presiones que se dan por unos cuantos segundos, el agua genera burbujas de gas y luego, cuando la presión sube, las burbujas se vuelven líquidas e "implosionan". De ahí que algunos tubos de metal se contraigan como una botella de agua cuando es transportada en avión. 

Más tarde durante mi maestría estudié los vientos extremos causados por huracanes. Dadas las condiciones extremas en las que se producen los ciclones, es común que induzcan vientos con magnitudes que no pueden ser explicadas por la meteorología común y corriente. Estos vientos deben ser simulados con teorías "fuera de lo común" o mis distribuciones estadísticas favoritas, es decir, las que se dedican a los valores extremos. Son estos eventos los de mayor importancia en lo que se refiere a catástrofes naturales. Estamos obligados a entenderlos, por más que nuestra noción del mundo adore la estabilidad de la información.

En cuanto a mí, también estoy en las colas de la curva de Gauss. Soy homosexual pero además desde muy temprano me reconocí como alguien de género indefinido. Eran tiempos en los que no estaba de moda y en los que no había palabras que me definieran. Mi manera de aprender era diferente a las de los demás chicos. Me costó aprender a amarrarme los zapatos y a escribir, odiaba leer y las matemáticas no eran lo mío. Era curioso e inquieto; sensible y levemente cruel; me identificaba con hombres y con mujeres; odiaba el jamón en la pizza hawaiana y me gustaba bailar; detestaba el fútbol y me gustaban las muñecas; amaba los atardeceres y me entristecía la aurora; miraba a la luna desde que tengo memoria; me entristecían los animales y habitantes de calle, y busqué poco la riqueza de mis amigos; se me facilitaba expresar la ira pero no siempre el amor.

Si pudiera viajar en el tiempo, me gustaría cuidar a ese niño que fui de mil formas, de tantas injusticias, de una familia ultra conservadora y decirle que así como existen personas como ellos, como el resto, existen personas como nosotros y que eso está perfectamente bien, que hay datos fuera de lo común que son perfectamente naturales y que le dan sentido al resto del mundo "normal" y que permiten que estructuren sus normas. Le explicaría que fallan los modelos humanos en explicarlo todo y que es precisamente la ignorancia la culpable de no entender los "outliers". Le pediría que fuera valiente y que se mostrara tal como es, sin ocultar absolutamente nada. Le pediría que disfrute más la vida, que haga lo que le gusta sin importarle los demás. Que viva su vida, así no sentirá de adulto que le robaron la mitad de su existencia. Le suplicaría que no se aleje de las mujeres para probar su masculinidad y que si quiere enamorarse de otro niño, tome el riesgo. Lo abrazaría, le acariciaría el cabello y le diría que todo en él es perfecto.

 



jueves, 1 de agosto de 2024

Al Otro Lado del Rin

 Nunca pensé vivir en el corazón de Europa, mucho menos al otro lado del Rin. Al otro lado del Palatinado y a pesar de mis publicaciones lisonjeras, debo decir gracias. Agradezco el sol del verano y haber podido estudiar, poder viajar, poder contar con mis cinco sentidos y disfrutar la experiencia de este mundo. Y a pesar de los comportamientos tontos de mis colegas, también doy gracias por mi empleo, que me ha permitido cumplir algunas de mis metas. Me pregunto cómo envejecerá este post y hacia dónde me guía el futuro.