Hay días en los que seco la ropa, la plancho; alisto el computador y cargo los celulares; alisto las llaves y la billetera. Además programo el reloj para despertarme temprano pero no me duermo. Mi mente y mi cuerpo parecen resistirse, como una bombilla llena de electricidad con su filamento al rojo vivo. A veces tomo pastillas de valeriana y no sirven de nada. Medito y el trompo no se detiene ¿en qué cara ha de caer? Intento leer, no sirve. Hago yoga, no funciona. Entonces me rindo y con los ojos abiertos veo las horas pasar. No sé en qué momento me duermo pero al día siguiente no tengo energía. Es un juego cruel, justo cuando más necesito estar fresco y lleno de vida, la mente me traiciona.
Esas noches, la mente da tumbos, como una bestia que golpea las paredes. Como cuando uno siente a un criminal acercarse. Es el minotauro que tiene hambre. Tiene ganas de comerme.
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