Nunca pensé vivir en el corazón de Europa, mucho menos al otro lado del Rin. Al otro lado del Palatinado y a pesar de mis publicaciones lisonjeras, debo decir gracias. Agradezco el sol del verano y haber podido estudiar, poder viajar, poder contar con mis cinco sentidos y disfrutar la experiencia de este mundo. Y a pesar de los comportamientos tontos de mis colegas, también doy gracias por mi empleo, que me ha permitido cumplir algunas de mis metas. Me pregunto cómo envejecerá este post y hacia dónde me guía el futuro.
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